La escencia...

Consideramos al relato de una experiencia de pesca con mosca, como algo extremadamente sensorial. Desde lo visual y literario, cada salida de pesca se expresa libre de egoísmos, despojados de los espejismos de las recetas y con la permanente e inefable búsqueda de lo bueno, lo puro y perfecto.

Pescando en el Picheuta. El Arroyo libre.

Las aguas del Picheuta hablan de libertad. Hablan de luchas de la historia, de bravos y batallas. De indios... de criollos y foráneos. Son aguas que no se inclinaron a la apropiación de los arrogantes y cuatreros. Aguas libres.



Que mejor que pescar sus aguas, con total sentimiento y,  dando esa libertad sana a nuestras capturas. Capturas sin tamaño, capturas sin dueño, capturas humildes pero grandiosas por dentro.


Esa mañana... el espejo retrovisor,  manchado de lluvia...me remontaba a las épocas donde habíamos sido corridos del Picheuta. Me ardía el recuerdo pero...me hinchaba el pecho el sentirlo libre. Hoy quizás sus aguas, estarían igualmente hinchadas. Las tormentas del verano habrían aumentado su caudal y acentuado sus colores.


Pero el camino raudo, se metía debajo nuestro. Veloz, implacable e inapelable. Sintiendo en el afán, solamente el chasquido de la lluvia de la mañana.


El cielo se caía por momentos. La lluvia no cesaba. Cuando el silencio colmó la sinfonía del tránsito... habíamos pasado la localidad de Uspallata, hacia el oeste. El valle cordillerano se habría serio, pero seco.


El diminuto cartel verde vialidad, nos denunciaba; Picheuta... a secas. Nos indicaba bajo él, un arroyo hinchado como el presagio. Lechoso...y apenas pescable. Pero fuimos bienvenidos. Como cuando se llega a una casa del campo sin avisar... sin ser esperados. Nunca nos sentimos incómodos.





Podes verlo en HD en:
http://www.youtube.com/watch?v=yLafp7F_DJk

Sabíamos las condiciones pero después de tanto andar, la apuesta estaba hecha y las botas calzándose en nuestros pies. 


Desde arriba, su lengua esmeralda bajaba, haciéndonos dudar, pero ahí estábamos. Mientras en el fondo del plano del paisaje, las montañas se esfumaban entre el vapor y la lluvia que se avecinaba.


Sebastián se posicionaba primero, en el borde del arroyo; haciendo algo de observación entomología. Descubre varios Efemeras bajo los clastos. Comienza atando a su 6x,  una Pheasant Tail en anzuelo # 14, presentándola agazapado y up stream. Varios cast pro activos, posicionaban la mosca en forma exacta y casi perfecta. Quitando el drag y de la visión  de la trucha pretendida, la línea. La que a esa altura tomaban tímida y reiteradas veces.


Nicolás... unos metros abajo del curso, caña en alto... trabajaba una estructura interesante. También acá, las tomadas de las truchas eran tibias. La temperatura, era aun baja, sumado a la alterada estructura y escasa visibilidad. Era muy lindo, el ver a mi hijo en comunión con el arroyo. Sentado, ahí, junto a él. Calmo, escuchando y observándolo todo. Intentando hacerse uno.


Unos cientos de metros mas abajo, los gusarapos me seguían el paso. Buscaba un canal, un run más amplio... y, la búsqueda me daba resultados. Las truchas habían buscado la profunda protección del limo. Mi Orvis TLS Power Matrix 704,  #4 Mid Flex, estaba armada con un Líder Torsionado Duck, y un tippett  6x, fluoro carbón. Presentaba una Pheasant Tail en #14. Una Arco Iris de unos 400 gramos, saltaba enérgicamente. Venía a mis pies desesperada e ignorante...mientras intentaba devolverla a agua lo mas antes posible. 




Ese es el secreto... que susurran nuestros arroyos mendocinos... el diálogo, la salvaje conexión con el pez, con el entorno. El tamaño es una característica y no un objetivo. Acá no hay obscenidad, solo el equilibrio entre el pescador y la presa. Acá las grandes... son chicas. El alimento es escaso y los requerimientos energéticos... muchos.


Más abajo...las capturas eran de mayor tamaño, mientras en consecuencia el hábitat iba cambiando. Las aguas y el ritmo del arroyo eran mas laxos y extensos.


Pablo Pagano, hermano de Sebastián, capturaba a esos minutos una Marrón de unos 500 gramos que lo llevo unos metros arroyo abajo. Siendo la captura mas grande de la jornada.


El vientre alojaba decenas de truchas grandes. En un promedio de 600 gramos. Las que bailaban en el agua lechosa y jugaban con nuestras moscas.


Un pozón llamo mi atención, casi al llegar a la juntura con el Río Mendoza. Agazapado entre los pedregullos intento acercarme. Por segundos, me enfoco en penetrar el gris del agua.  Tomo mi ninfa y la derivo en forma natural. Hacia la cola y previo a una gran piedra, sale desde el confín... una esplendida trucha Arco Iris de 1 kg.  que toma mi Pheasant Tail y tras comprometidos saltos se zafa y huye. Espero segundos y dejo secar el versátil leader torsionado de Duck, encerándolo abundantemente. Estiro mi tippet a unos 100 centímetros en 6x fluoro carbón y ato una seca. Una mínima Black Ant en alambre #16. La subida voraz... de la Arco Iris fue secundada por una mediana de no más de 500 gramos y otra mas pequeña al inicio del micro pool.  Estaba superpoblado.


Llámo a Sebastián para compartir la experiencia. cediendo el poso, ata una Grass Hoopper en anzuelo #14. A instante le sale a tomar una Arco Iris de medio kilo y tras los espasmos típicos, de las truchas que saben... se escapa.




El día se termina temprano. La nubes gordas y brillantes le ganaron a la quebrada y las gotas de la tormenta los apuraban a volver. A latigazos de truenos y relámpagos, desandábamos la senda y desarmábamos las varas de carbón.


Salimos así... primera baja, de la quebrada del Picheuta, antes de la inundación prominente. La ruta nos hallaba mojados, contentos y satisfechos. Convencidos de que nuestras truchas no tienen tamaño... nuestros pescadores, sí.  Mientras la sorpresa de la granizada nos pintaba de blanco las historias. END




Autor: Jorge Aguilar Rech.
Fotografía: Jorge Aguilar Rech, Nicolas Aguilar, Sebastian Pagano.
Video: Jorge Aguilar Rech, Nicolas Aguilar.
Edición: Jorge Aguilar Rech.


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