La escencia...

Consideramos al relato de una experiencia de pesca con mosca, como algo extremadamente sensorial. Desde lo visual y literario, cada salida de pesca se expresa libre de egoísmos, despojados de los espejismos de las recetas y con la permanente e inefable búsqueda de lo bueno, lo puro y perfecto.

Río Mendoza. El agua esclava.


El agua debería ser libre. Pero no lo es.

El hombre la atrapa inútilmente. Otro pecado ambiental mas, de la razón del humano, inmersa en un modernismo necio y egoísta.  El que justifica todo, en alas del falso progreso. 


Ella, sagrada y valiente, se escurre entre maquinas de acero y masas de armados, intentando salir indemne...Y en el llano, cuando el yugo cesa, la masacre expía sus culpas... nuestras pequeñas truchas.




Sobreviviendo a gotas, en causes altamente impactados, hipoxicos y envenenados.  Con costas desfiguradas y con escasas formaciones. Los macro invertebrados, no hayan forma de desarrollarse. Solo algunos cangrejos aceptan el criminal desafío. Ellos como especie adaptada a toda inclemencia, se encuentran en plena época de reproducción. Es común verlos, trenzados en riñas, donde alguno de ellos,  perderá una de sus valiosas tenazas.



No debería haber belleza, ante tanta crudeza. Ante extremado descuido. Pero la rebeldía de la naturaleza, nos da una experiencia sensorial distinta. Tan cercana al gentío... y tan intima, tan intensa y feliz. Y a la vez, amarga, e injusta.

Pasado el medio día, el ruido de la Ciudad, nos echaba de la trama urbana. Casi huyendo, tomábamos con Nicolas y Marcelo, la ruta vieja # 82, a Blanco Encalada. Llegábamos a Colonia Suiza, donde Berta y Jorge nos daban el cobijo de sus cabañas. Una alemana y un cinefilo, ambos... septuagenarios de las tierras citadinas, de Buenos Aires, aquerenciados en este rincón de Mendoza, hace mas de 40 años.


A esa altura... en el río, la vida pide limosnas. El escaso nivel de agua, aloja a centenares de famélicos alevines. Algunas chinches y caracoles, podrían sustentarlas. Pero no es suficiente... percibo. Explotan las terrestres en formas de arañas, escarabajos  y langostas. Aguas lentas, sin oxigeno, con una inhumana insensatez de la lógica del cause biológico, por ahora injusto e inexistente.



Esa tarde... entrada en las horas, bajamos a la altura de la Central de Alvarez Condarco. Apenas llegamos, observamos la revolución de la vida en base al agua. La cantidad de agua existente, transformaba el paisaje. No en lo sustancial, ni en la esencia, sino... en la dinámica.

En este sector, se alojan truchas mas grandes, pero que no superan el estadío de juveniles. Par. Por consiguiente, con  capacidad de comer presas mayores.




Las estructuras, se esforzaban por mostrarse. En un extraño estado de entre natural y profano. El plástico, se trababa entre los piedrones y bloques de cemento. Mientras el agua... desbocada desde la represa, perdía elegancia. En sus costas, las cortaderas, eran testigos de la violencia.

Unas quintina de tomadas, nos atrapaban en el  juego. Nuestras pequeñas ninfas legeadas y con lastre, eran ferozmente atacadas por las Arco Iris.



La tarde, se convertía en un ultimo aliento de cansancio. Decidimos volver al resguardo de la cabaña. Abriendo el paso a la noche de estrellas y fuegos, donde el alma se abre entre los amigos, con la alquimia de los vinos nobles de nuestra tierra y las carnes. Entre las charlas, comentábamos el desmán ambiental visto, el que ocurre en el río Mendoza. Recordábamos los años donde llegaba libre al valle. Donde el hombre, no lo destruía con el afán de tragar energía. El mendocino en aquellas épocas, tenia otra relación con el medio ambiente. No lo diezmaba con cementos, polímeros y centenares de químicos. 

Imaginábamos duendes, nos reíamos de leyendas y entre brindis... nos ganaba el sueño reparador.
 

La mañana, nos encontraba ya tentando a las juveniles. En estas horas, la temperatura era ideal. El aire limpio bajaba el río como apresurado. Sustancialmente, tomaron algunas truchas mas desarrolladas que las del día anterior. Las que le daban dura batalla al Bambú.  Las plumas atadas al tippet, eran algunas ninfas emergentes color pardo claro.



Las peleas de las juveniles, eran desmesuradas. Mas saltos que corridas, las dejaban con bastante energía residual, para no dejarse tomar por las manos enguantadas.  Bajo el agua... un enjambre de burbujas acompañaban su silueta muscular. 


Extrañamente, no superamos las tres capturas. Rondaban todas los 300 gramos. Buscamos en cada una de las estructuras. Examinábamos laminares, cambiado moscas, tippets y prolongando leaders. Las respuestas fueron nulas a partir de aquí.

Quizás... ya no había mas que pescar. Solamente tres juveniles.

El río Mendoza a estas alturas es como un adiós. El adiós de alguien que queremos y que se esta yendo sin retorno. Una sensación de amargura, y a la vez de esperanza, nos rodeaba silenciosamente. Era la  incertidumbre de no saber hasta cuando podremos pescar en el patio de nuestras casas, en este páramo cercano a la ciudad, del que hace unos años nos brindaba una experiencia distinta.


Quizás... debamos meditar sobre si estamos dispuestos a ser indiferentes a esto, conformándonos con pescar en los inigualables paramos de la Patagonia, o tal vez en otros países. No podemos decir que existen únicos responsables, sino que somos todos, histórica y permanentemente. Tenemos una cultura preparatoria, egoísta y selectiva ante lo cercano, lo necesario y lo comunitario. Intentando justificar de cualquier forma, nuestros pecados ambientales. Espero al menos que la Pacha Mama nos perdone. END



Autor: Jorge Aguilar Rech
Edición: Jorge Aguilar Rech
Fotografía: Nicolas Aguilar, Pablo Aguilar y Benjamín Aguilar para P&AR outdoor filmmakers
BROWN TROUT ARGENTINA.
Copyright 2.014
Todos los derechos reservados.







Arroyo El Desecho. Un sueño de agua.

Siempre he sostenido...  que del agua vengo y al agua iré. Como mandato divino, del vientre de mi madre al, espero... lejano deposito de mis cenizas, en ese arroyo perfecto, el que habré pescado durante toda mi vida. Ignoro por que razón, el agua... siento que me cura, me limpia, me escucha y acobija. El agua me bendice.


Todos sus seres... desde el cóndor inalcanzable, la contadera que canta vidalas con el viento, el cactus, la roca, el lagarto, el guanaco, las taguas, el agua que acuna hadas y truchas...me asisten en la ceremonia. 

Estos días, oscuros y amargos para mi, había aprendido de la maldad del humano, la extremada e inusitada violencia que nos rige, del escaso valor que tiene la vida, el dolor, el miedo. Como un proceso de empatia, comencé a entender a mi pez.

El Desecho me esperaba, con la controversia en el alma. Noble arroyo de montaña, ubicado en el Valle de Las Leñas, Provincia de Mendoza, República Argentina. 

Corre a unos 2.234 m.s.n.m hacia el inevitable matrimonio con el Arroyo Las Leñas, dando origen al Río Salado.

Llegamos tarde, por las inclemencias del tiempo en el Valle Hermoso, de esa noche. Acampamos en un escenario soñado. El pozo ideal, un líes por excelencia. Coherente al mensaje recibido, a la vos que me daba vueltas en la cabeza, intente aplastar al máximo, la ya inocua muerte de mi malvado anzuelo  travestido de bicho,  y afinar el tippet a un capilar 7x. También... la vara me daría una gran sensación en la captura, siendo mi predeterminación que la batalla fuese corta.


Arrastrándome por la roca, me di posición perfecta. El sol no arrojaba sombra sobre el agua, me hallaba pegado al suelo, y mis pasos habían sido fantasmalmente insonoros. Presento a un cast, mi mosca y profundiza con el mensaje. El engaño, hace su trabajo y mi gran pez, toma el plumerio. Su salto es enorme , mostrándome su musculatura gris rosada. Cae... cae como protestando y hace un gran splash en el arroyo. Sonido hueco que propician solo las gordas.

Los espasmos violentos de la vara #1, me disparaban la adrenalina especial de la captura. Varios saltos y corridas recorrieron el verde profundo del pozon. La vara se pone rígida con el silencio abismal que sigue al hecho de que el pez se escape. Justo en ese momento, comprendí el mensaje; mi pez, se había ido... se había liberado,  había escapado de mis manos. Quizás... en su vida de arroyo,  haya aprendido a estar mas despierta, mas atenta. A confiar menos en los hechos, en lo obvio, a escapar a las sombras. En ese momento comprendí que,  ese pez... era el mensajero. Ese pez... era yo.

Sumido en la enseñanza, medite al lado del agua. Continué junto a Diego y Federico mi ascenso por el arroyo. Buscando nuevas formaciones.

Metros arriba, otra corredera perfecta, desnudaba truchas. Aumente mi sección de tippet a 5x. El fluoro carbono me haría invisible. Una Pheasant Tail, con ribete rojo, atada en alambre #24 me daría escala y apariencia, con las hadas Efemeras,  que viven abajo de las piedras. 


Una perfecta Arco Iris era engañada. Una gigante de alma andina. Sana, muscular y extremadamente luchadora. Nuevamente me siento identificado por ella. Ignorando porque, me impulsa, la incansable necesidad de pescarla.

La tarde se hacia corta. Una tras otra, nos saciaban las ansias. 

Diego, cuando cae la tarde. A la hora de la oración... la mágica, la que nos atrapa con las ultimas fuerzas y la ansiedad al máximo, comienza a pescar en ascenso desde el Leñas hacia el Puente. Se le mostraba un arroyo mas abierto y por sectores caudaloso. Pagaban muy bien los runs, presentando agazapado, corriente arriba y a deriva natural. Las Arco Iris eran engañadas principalmente con imitaciones de efímeras minúsculas. Una mas entre las rocas.



Diáfano y perfecto, el arroyo me sana, me da equilibrio. Me arrulla con el cantar de agua. Me presta sus hijos adoptivos... para que juegue. La tarde me cerraba el día. Con el cansancio lleno de satisfacción, que solo los mosqueros conocemos. END


Autor: Jorge Aguilar Rech.
Fotografía: Diego Peixoto+Aguilar Rech Productora.
Edición: Jorge Aguilar Rech.
BROWN TROUT ARGENTINA.
Copyright 2.014.
Todos los derechos reservados.