La escencia...

Consideramos al relato de una experiencia de pesca con mosca, como algo extremadamente sensorial. Desde lo visual y literario, cada salida de pesca se expresa libre de egoísmos, despojados de los espejismos de las recetas y con la permanente e inefable búsqueda de lo bueno, lo puro y perfecto.

San Pablo y la Cofradía de la Rosa Mosqueta.

Siempre he sostenido que el universo se organiza en un perfecto equilibrio entre paramentos opuestos. El día y la noche, el fuego y el agua, el verano  el invierno, la luz y la oscuridad, el bien y el mal, lo bueno... lo malo. Uno en contraposición del otro, solo  para darse existencia y valor a cada uno.

Así... en mis 40 y tantos, he podido meditar sobre esta relación de equilibrio y ponderar la existencia de ambos. El Yin y el Yan... en un continuo ciclo de creación. Tan importante el uno como el otro, en un pulsar continuo de vida.


Puedo contemplar algo considerado como malo para algunos como el motor, el iniciador y potenciador de algo bueno para otros. Y a veces... solo para mí.  Así como el fuego... que somete en su quimera de muerte al árbol,  pero ese calor, otorga cobijo vital, alimento y refugio para el hombre.

Esta historia relata el romance del arroyo, el pez y la rosa. La odiada rosa mosqueta. Malquerida, combatida y despreciada invasora que cierra los accesos a nuestros arroyos. Rasgando las vestimentas mas logradas,  lastimando los cueros mas curtidos. A la vez, de frutos piadosos...  que con sus aceites cura.  Pero quizás lo mas importante... es el que ella, se constituye como guardiana de los mismos ambientes donde se desarrolla.  Protectora de los todos seres vivos que en ella habitan. Es hogar de ratoncitos, víboras coral  y de la cruz, de búhos y jilgueros.



En San Pablo, la Rosa Mosqueta abunda. Esta situación tan limitante, evita la pesca indiscriminada e ignorante de los que solo pescan para tener.

El arroyo es libre, pretencioso, fresco y transparente. Encierra entre sauces llorones, juncales y cortaderas a sus truchas perfectas, gordas y furiosas. Esta simbiosis, donde el pescador simplemente es el atrvido invasor,  lo he llamado la Cofradía de la Rosa Mosqueta. Tan intensa como interesante, tan prepotente como bella.


El agua  transpira desde las vegas casi imperceptible,  entre piedras y mallines verdes se hace el arroyo. Vegas que murmuran en las noches, liberando el agua prisionera desde cavernoso subsuelo. Es un espectáculo de otro mundo,  escuchar cuando uno se dispone a dormir en su costa, el rumor del agua subterránea subiendo, que hace temblar el suelo de la vega.


San Pablo existe también, entre voces Huarpes de conanas, de extrañas formas en las piedra y refugios ocultos. Una  indiada que huía de las avanzadas incas esclavizadoras.  De mineros del talco y  asbesto. De caminos borrados por el tiempo. De gauchos, maderas y fierro*. San Pablo existe entre montañas pintadas de verdes secos, rojos y amarillos. Llena de vacas y novillos. Inundada de perfumes de Zampas y Tomillos. Vibra el paisaje con los augurios de Cóndor, de siseos de ratones, tordos, aucas y explosiones de patos del torrente. Tambien, garzas enormes que fuera de escala surcan el vallecito, centenares de golondrinas y teros.

El arroyo, inocente lame el lecho de pedregullo y  laderas del campo, con su lengua de brillos prestados del cielo. Paladar de marrones y verdes con la brutal sinceridad de lo traslúcido. Su suicida impulso es el yan... el lado bueno. Esa es su identidad, su elemento. La Rosa Mosqueta, lo guarda ante esta irresponsabilidad, con recelo y así cuidad a sus truchas. El punzante arbusto, que con uñas y dientes apaña estas criaturas. Es ella la parte oscura, es el yan. En ese pulsar de lo bueno y lo malo, fluye en una línea continua.

Pescar aquí, solo para los que entendemos esta esencia es un ritual pleno. Ajena a los triunfos, a los egos, a los verdades absolutas y a las recetas... todo tiene su instante de perfecto anclaje en la línea del tiempo y del espacio.

En San Pablo triunfa la experiencia sensorial del arroyo, la naturaleza, el pescador y el pez. Es la  intensa  esencia de pescar con mosca.



Requiere astucia, sigilo, resistencia física y pulida técnica. Su agua está transparente todo el año y no perdona desprolijidades. Las primaveras están impregnadas de aromas de humedad, adormecen de insectos el aire. La vida nace desde el letargo del invierno en forma  tímida.  Comienzan a producirse tormentas eléctricas que lo visten de nubes pulposas y ecos.  


Las corrientes cada vez mas cálidas,  arrastran el nubeiro por el vallecito, sosteniendo a bandadas de cóndores, que traerán las buenas noticias. Miles de Escarabajos, Mariposas, diminutas Midges, Caddis y Moscas de Mayo pululan por el aire. Las truchas grandes, que hace unos días estaban en el curso superior desovando, vuelven lentamente a sus pozos, dejándose caer corriente abajo. El ciclo comienza nuevamente posicionando a  cada individuo acorde a su jerarquía y tamaño. Bajo el agua, Efemeras,Tricópteros y Plecópteros se adhieren en las piedras. Es época de ninfas principalmente.


Las imitaciones de Tricópteros, Prince, Pheasant Tail y Hare Ear son las preferidas. Aunque  ninguna se negaría a alguna Caddis. Las truchas en esta época, están ávidas de comer para ganar el peso perdido.
revela su secreto*. Secreto que lo une al universo y hace que su minúscula existencia se conecte con el todo.  La aguas bajo tierra,  son  su alma, la que se pone generosa durante las noches de luna nueva. Vibra en un nirvana acuoso,  hinchando su caudal, lo transforma en una zamba, que invita a las  rocas de la rivera a formar profundos pozos. Las vegas y pozones del arroyito... son un lugar mágico.

El verano es tiempo de langostas. Con altas temperaturas en al agua, las truchas se pegan a los fondos del arroyo. Ninfas muy pesadas, donde es necesario evitar el drag indefectiblemente por la cantidad de agua que recibe el arroyo. Época de Odonatos junto a los juncales, ninfas de Tricópteros y Hare Ears con grandes cabezas. En algunos pozones, las grandes secas, son irresistibles.

El verano es largo, pero los primeros descensos de temperatura se marcan en abril. Ya otoño y las cumbres comienzan a cubrirse lentamente de nieve. Las quebradas se ponen serias mas temprano. Las langostas persisten en su fragmentado enjambre. En este momento, las grandes truchas ses animan a salir del fondo y suben a comer infructuosamente. Son las últimas horas antes del llamado vital a los cursos superiores.


Los gélidos inviernos lo visten de blanco, inmaterializado todo el entorno.  Pescar durante el invierno, es uno de los desafíos mas grandes.  Más alla de soportar el hielo, la nieve,  lluvia y la brisa helada, hallamos a truchas muy sensibles y selectivas.  Es época de desove y ascenso.  Siempre invisibles... casi pegadas al lecho, es casi la excepción que tomen una mosca. Es necesario desplegar al máximo las técnicas de precisión y presentación. Las  moscas mas ataviadas son las preferidas, grandes hackles, biots, patas de goma y cabezas de tungsteno son recomendadas.


El ciclo continuo y eterno del arroyo de montaña y sus seres, del pescador con mosca y su ansia de descubrir a esa trucha, luchando contra la implacable rosa, adalid de esta sagrada cofradía, venciendo al hielo y la altura, el sol abrasador y la sequía,  es la historia de supervivencia, la historia entre la milagrosa vida y la inevitable muerte... que es la escencia de la pesca con mosca andina. END

Autor: Jorge Aguilar Rech
Edicion: Jorge Aguilar Rech
Fotografía: Pablo Aguilar Quiroga/ Jorge Aguilar Rech
BROWN TROUT ARGENTINA.
Copyright 2018
Todos los Derechos Reservados
Agradecimiento Especial a SUR OUTFITTERS, Fergus y John Kelley y a Walter Sibiglia

Ushuaia. Pescando en los confines de la Patagonia Austral.

Después de unos cuantos meses de planificación en lo que respecta a equipos, moscas, líneas, logística, logramos dar con nuestro destino. Habíamos emprendido la empresa de tratar de descubrir la punta del iceberg de la pesca en el punto más austral de nuestra geografía: La isla de Tierra del Fuego. Para ello nuestro itinerario marcaba que saldríamos de Mendoza y tras una breve escala en Córdoba estaríamos arribando unas horas después al aeropuerto de la ciudad de Ushuaia.


Cuando uno piensa en la pesca en la isla lo primero que le viene a la mente son las majestuosas truchas migratorias del Río Grande, aquellas que le quitan el sueño a cualquier pescador con mosca, y que paradójicamente, se encuentran tan lejanas, no sólo desde la geografía sino desde la imposibilidad de acceder a ellas debido a la ley vigente que termina siendo excluyente para los argentinos continentales salvo que se pague en dólares el derecho a pescarlas, pero esto es un tema que da para un capítulo aparte.



Al margen de esto, hay una pesca que pasa inadvertida para la mayoría de los pescadores, es una pesca que roza con lo sutil, con lo fino, con lo que nos identifica a los pescadores de aguas blancas y truchas de altura, es una pesca de acecho y plasticidad mental, en la que por un breve lapso de tiempo la cabeza se pone en blanco y solo existe el agua y el pez, lo mundanal se aleja, lo esencial se hace presente, en la que se conjugan truchas astutas, de buenos portes, lugares paradisiacos, climas extremos y cambiantes, ríos de peces que migran acudiendo al llamado de la naturaleza que los urge a reproducirse, lagunas de gélidas profundidades que albergan sorpresas con escamas y por qué no, un poco de suerte.


Fue a fines de Marzo que comenzamos nuestra pesca, si bien el destino inicial era la ciudad de Ushuaia donde nos esperaba nuestro amigo y guía Cristian Lavia, no había un itinerario fijo con respecto a que espejos de agua visitaríamos, esto estaba determinado principalmente por las condiciones climáticas imperantes al momento de las salidas. Cabe aclarar que, si bien la pesca es de muy buena a excelente en la mayoría de los ámbitos, el clima y sobre todo el viento, son determinantes al momento de salir, siendo de capital importancia el conocimiento del guía en este aspecto primordial y muchas veces no tenido en cuenta.


Los destinos elegidos fueron principalmente las lagunas encadenadas, una serie de espejos de agua de no son más que bahías del Lago Fagnano que fueron seriamente modificadas en el terremoto del 17 de diciembre de 1949 que alcanzó una magnitud de 7,75 grados en la escala de Richter y cuyo epicentro fue la misma falla subyacente al lago, que divide en dos a la isla y genero hundimientos en las costas del mencionado espejo de agua, dando nacimiento a esta serie de lagunas que mantienen su contacto con el lago, algunas de manera muy obvia como en el caso de la Laguna Bombilla y otras en forma intermitente según la época del año como ocurre con la Laguna Kosovo.


Este intercambio permanente con el Fagnano genera un fenómeno que no se observa en el resto de las lagunas de la isla, ya que se producen migraciones de peces y alimento hacia las lagunas, generando un ambiente único en cuanto a la calidad de las truchas que habitan en ellas. En la mayoría es factible encontrar Truchas Marrones (Salmo Trutta) y Arcoiris (Oncorhynchus Mykiss) de portes que oscilan entre 1 kg a 3 kg, no siendo una rareza obtener ejemplares de pesos superiores y todos con excelente vitalidad. También es posible hacer una pesca exquisita de truchas Fontinalis (Salvelinus Fontinalis) de portes similares a los mencionados.


Nuestro guía decidió comenzar la pesca en la Laguna Margarita, habitada por infinidad de truchas marrones, nuestra llegada fue en horas tempranas de la mañana, con frío intenso y viento moderado, lo que nos obligó a vestirnos rápidamente con varias capas de abrigo, no sin antes sorprendernos con la visita de un viejo conocido para aquellos que no solo vamos a pescar para sacar pescados sino para conectarnos con lo primigenio de nuestra esencia y con la naturaleza que nos cobija; un Martín Pescador nos dio la bienvenida, sin apuros, sin temor, dejo que lo admiráramos en silencio y entendiéramos la tranquilidad del lugar.


No paso mucho tiempo antes de que la primera trucha hiciera sonar la chicharra del reel, José fue quien inauguró la jornada con una marrón que no dio tregua en la pelea y demostró por qué solo quien persevera triunfa. Las capturas se sucedieron a lo largo de la mañana una tras otra, siempre bajo las indicaciones de Cristian, quien a cada momento nos instruía sobre qué lugares eran los más productivos de la laguna. Así llegó el momento del almuerzo y sin alcanzar a dimensionar aun en donde estábamos partimos para el Lago Fagnano, al Lodge Sur 54°, donde nos esperaba un almuerzo descomunal para recuperar fuerzas y continuar con la pesca vespertina.


Nuestra segunda incursión de pesca fue al Lago Escondido, lugar fantástico, de fácil acceso, poblado de Truchas marrones y fontinalis de esas que hacen perder el sueño, la pesca se dio casi de forma instantánea, nos recibió con un pique de lo que solo podemos suponer, fue una marrón de película ya que en la lucha se soltó y no logramos verla, pero en un acto de  balance cósmico otra marrón tomo la mosca y solo puedo decir que fue la marrón del día, con algo más de 3 kg de puro musculo dio una pelea titánica que duro poco menos de cuatro minutos y fue la que corono la pesca, ya que luego el viento nos corrió, dejando claro quién manda.


Tuvimos la oportunidad de caminar el rio Milna, en un tramo de aproximadamente 4 kilómetros, en esta oportunidad la suerte no nos acompañó, pudimos ver un rio con estructuras muy bien diferenciadas, con gran cantidad de diques hechos por los castores, importantes pozos que invitaban a soñar con peces inmensos, pero lamentablemente esos peces no estaban, no sabemos aún si por factores climatológicos, porque aún no subían a desovar o simplemente por depredación.


Los días siguientes se fueron dando entre las lagunas encadenadas, las cuales visitamos siguiendo los caprichos del viento, por recomendación de nuestro guía hicimos algo que resulta impensado, cargamos nuestras cañas con líneas de hundimiento, un fast IV en mi caso y una sinking tip en el caso de José y atamos a nuestros tippets moscas secas, Madam X o Tarántulas, y aunque resulte extraño, esa fue la combinación más productiva, permitiéndonos engañas peces de notable tamaño, entre las que resaltaron las Fontinalis, que ya en las previas del desove se encontraban con todos sus colores a pleno, naranjas y rojos ladrillo con sus bocas negras fueron un regalo perfecto para coronar nuestro viaje de pesca al fin del mundo. 


Antes de que pudiéramos darnos cuenta nuestros días llegaban a su fin, dejándonos el sabor amargo que nos queda cuando uno quiere seguir soñando y de pronto se despierta. Quedaron muchos destinos por conocer, mucha agua por pescar, y sin dudas muchas ganas de seguir descubriendo ese lugar tan fantástico como desconocido que es Tierra del Fuego. END


Autor: Pablo Borel
Edición: Jorge Aguilar Rech
Protagonistas: José G. Trebino y Pablo G. Borel.
Guia: Cristian Lavia (ushuaiafishing@gmail.com). +54 9 2901 410659
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