Después de unos cuantos meses de planificación en lo que respecta a equipos, moscas, líneas, logística, logramos dar con nuestro destino. Habíamos emprendido la empresa de tratar de descubrir la punta del iceberg de la pesca en el punto más austral de nuestra geografía: La isla de Tierra del Fuego. Para ello nuestro itinerario marcaba que saldríamos de Mendoza y tras una breve escala en Córdoba estaríamos arribando unas horas después al aeropuerto de la ciudad de Ushuaia.
Cuando uno piensa en la pesca en la isla lo primero que le viene a la mente son las majestuosas truchas migratorias del Río Grande, aquellas que le quitan el sueño a cualquier pescador con mosca, y que paradójicamente, se encuentran tan lejanas, no sólo desde la geografía sino desde la imposibilidad de acceder a ellas debido a la ley vigente que termina siendo excluyente para los argentinos continentales salvo que se pague en dólares el derecho a pescarlas, pero esto es un tema que da para un capítulo aparte.
Al margen de esto, hay una pesca que pasa inadvertida para la mayoría de los pescadores, es una pesca que roza con lo sutil, con lo fino, con lo que nos identifica a los pescadores de aguas blancas y truchas de altura, es una pesca de acecho y plasticidad mental, en la que por un breve lapso de tiempo la cabeza se pone en blanco y solo existe el agua y el pez, lo mundanal se aleja, lo esencial se hace presente, en la que se conjugan truchas astutas, de buenos portes, lugares paradisiacos, climas extremos y cambiantes, ríos de peces que migran acudiendo al llamado de la naturaleza que los urge a reproducirse, lagunas de gélidas profundidades que albergan sorpresas con escamas y por qué no, un poco de suerte.
Fue a fines de Marzo que comenzamos nuestra pesca, si bien el destino inicial era la ciudad de Ushuaia donde nos esperaba nuestro amigo y guía Cristian Lavia, no había un itinerario fijo con respecto a que espejos de agua visitaríamos, esto estaba determinado principalmente por las condiciones climáticas imperantes al momento de las salidas. Cabe aclarar que, si bien la pesca es de muy buena a excelente en la mayoría de los ámbitos, el clima y sobre todo el viento, son determinantes al momento de salir, siendo de capital importancia el conocimiento del guía en este aspecto primordial y muchas veces no tenido en cuenta.
Los destinos elegidos fueron principalmente las lagunas encadenadas, una serie de espejos de agua de no son más que bahías del Lago Fagnano que fueron seriamente modificadas en el terremoto del 17 de diciembre de 1949 que alcanzó una magnitud de 7,75 grados en la escala de Richter y cuyo epicentro fue la misma falla subyacente al lago, que divide en dos a la isla y genero hundimientos en las costas del mencionado espejo de agua, dando nacimiento a esta serie de lagunas que mantienen su contacto con el lago, algunas de manera muy obvia como en el caso de la Laguna Bombilla y otras en forma intermitente según la época del año como ocurre con la Laguna Kosovo.
Este intercambio permanente con el Fagnano genera un fenómeno que no se observa en el resto de las lagunas de la isla, ya que se producen migraciones de peces y alimento hacia las lagunas, generando un ambiente único en cuanto a la calidad de las truchas que habitan en ellas. En la mayoría es factible encontrar Truchas Marrones (Salmo Trutta) y Arcoiris (Oncorhynchus Mykiss) de portes que oscilan entre 1 kg a 3 kg, no siendo una rareza obtener ejemplares de pesos superiores y todos con excelente vitalidad. También es posible hacer una pesca exquisita de truchas Fontinalis (Salvelinus Fontinalis) de portes similares a los mencionados.
Este intercambio permanente con el Fagnano genera un fenómeno que no se observa en el resto de las lagunas de la isla, ya que se producen migraciones de peces y alimento hacia las lagunas, generando un ambiente único en cuanto a la calidad de las truchas que habitan en ellas. En la mayoría es factible encontrar Truchas Marrones (Salmo Trutta) y Arcoiris (Oncorhynchus Mykiss) de portes que oscilan entre 1 kg a 3 kg, no siendo una rareza obtener ejemplares de pesos superiores y todos con excelente vitalidad. También es posible hacer una pesca exquisita de truchas Fontinalis (Salvelinus Fontinalis) de portes similares a los mencionados.
Nuestro guía decidió comenzar la pesca en la Laguna Margarita, habitada por infinidad de truchas marrones, nuestra llegada fue en horas tempranas de la mañana, con frío intenso y viento moderado, lo que nos obligó a vestirnos rápidamente con varias capas de abrigo, no sin antes sorprendernos con la visita de un viejo conocido para aquellos que no solo vamos a pescar para sacar pescados sino para conectarnos con lo primigenio de nuestra esencia y con la naturaleza que nos cobija; un Martín Pescador nos dio la bienvenida, sin apuros, sin temor, dejo que lo admiráramos en silencio y entendiéramos la tranquilidad del lugar.
No paso mucho tiempo antes de que la primera trucha hiciera sonar la chicharra del reel, José fue quien inauguró la jornada con una marrón que no dio tregua en la pelea y demostró por qué solo quien persevera triunfa. Las capturas se sucedieron a lo largo de la mañana una tras otra, siempre bajo las indicaciones de Cristian, quien a cada momento nos instruía sobre qué lugares eran los más productivos de la laguna. Así llegó el momento del almuerzo y sin alcanzar a dimensionar aun en donde estábamos partimos para el Lago Fagnano, al Lodge Sur 54°, donde nos esperaba un almuerzo descomunal para recuperar fuerzas y continuar con la pesca vespertina.
Nuestra segunda incursión de pesca fue al Lago Escondido, lugar fantástico, de fácil acceso, poblado de Truchas marrones y fontinalis de esas que hacen perder el sueño, la pesca se dio casi de forma instantánea, nos recibió con un pique de lo que solo podemos suponer, fue una marrón de película ya que en la lucha se soltó y no logramos verla, pero en un acto de balance cósmico otra marrón tomo la mosca y solo puedo decir que fue la marrón del día, con algo más de 3 kg de puro musculo dio una pelea titánica que duro poco menos de cuatro minutos y fue la que corono la pesca, ya que luego el viento nos corrió, dejando claro quién manda.
Tuvimos la oportunidad de caminar el rio Milna, en un tramo de aproximadamente 4 kilómetros, en esta oportunidad la suerte no nos acompañó, pudimos ver un rio con estructuras muy bien diferenciadas, con gran cantidad de diques hechos por los castores, importantes pozos que invitaban a soñar con peces inmensos, pero lamentablemente esos peces no estaban, no sabemos aún si por factores climatológicos, porque aún no subían a desovar o simplemente por depredación.
Los días siguientes se fueron dando entre las lagunas encadenadas, las cuales visitamos siguiendo los caprichos del viento, por recomendación de nuestro guía hicimos algo que resulta impensado, cargamos nuestras cañas con líneas de hundimiento, un fast IV en mi caso y una sinking tip en el caso de José y atamos a nuestros tippets moscas secas, Madam X o Tarántulas, y aunque resulte extraño, esa fue la combinación más productiva, permitiéndonos engañas peces de notable tamaño, entre las que resaltaron las Fontinalis, que ya en las previas del desove se encontraban con todos sus colores a pleno, naranjas y rojos ladrillo con sus bocas negras fueron un regalo perfecto para coronar nuestro viaje de pesca al fin del mundo.
Antes de que pudiéramos darnos cuenta nuestros días llegaban a su fin, dejándonos el sabor amargo que nos queda cuando uno quiere seguir soñando y de pronto se despierta. Quedaron muchos destinos por conocer, mucha agua por pescar, y sin dudas muchas ganas de seguir descubriendo ese lugar tan fantástico como desconocido que es Tierra del Fuego. END
Autor: Pablo Borel
Edición: Jorge Aguilar Rech
Protagonistas: José G. Trebino y Pablo G. Borel.
Guia: Cristian Lavia (ushuaiafishing@gmail.com). +54 9 2901 410659
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