La escencia...

Consideramos al relato de una experiencia de pesca con mosca, como algo extremadamente sensorial. Desde lo visual y literario, cada salida de pesca se expresa libre de egoísmos, despojados de los espejismos de las recetas y con la permanente e inefable búsqueda de lo bueno, lo puro y perfecto.

Donde pescarán nuestros hijos?.

El río Mendoza sufre. Sangra hoy mas que nunca por sus heridas esclavas. Prisioneras del cemento de los falsos progresistas, de las alambradas usurpadoras... intoxicado de químicos y agonizante de indiferencia.


Que será de sus aguas y costas. De la vida que en ellas se alberga. Desde hace años, te estoy observando río mío, contaminado por cloros y mercurios, estrangulado hasta convertirte en yermo y ciénega, alambrado, esclavizado e invadido de redes criminales. Te he visto amigo rio... entregar al sacrificio a tus hijos nativos y  foráneos... cuando tu poncho marrón se te hace diáfano.


He visto a tus cangrejos muertos en el pedregal, tesoros que por millares crujieron a mi paso. Truchas pálidas, desintegradas ... muertas, por el asesino cloro de las termas del Cacheuta y otras atrapadas en las redes de los Astudillo de Uspallata, para ser puestas por dos pesos, en el plato de algún restaurante de poca conciencia y monta.

Quisiera heredarte a mis hijos, libre y soberano como te conocí. Como mi padre te mostró y me dijo quien eras. Sano y bravo. Indómito. Con tus vías, tus tus puentes y caseríos ferroviarios. Con tu inconmensurable calidad de peces. Sagrados bagres, magnificas truchas, cangrejos e insectos.


He buscado a los habitantes de hoy... y los halle distintos. Tus insectos están impactados y casi desaparecidos, solo minúsculas efímeras y algunas tricopteras sobreviven. La baba de la falta de oxigeno y la contaminación te invade. Cangrejales en franca disminución, tus zorritos grises y colorados asesinados con venenos, guanacos baleados, bagres otunos en las ollas del pobre y tus truchas bellas y fuertes... totalmente diezmadas por la ignorancia de un pueblo cada vez mas ignorante. Sera que ya nada importa... que ya nada es sagrado. Sera que perdimos la capacidad, de heredar nuestro medio ambiente a nuestros descendientes?. Donde pescaran nuestros hijos?.


En búsqueda de algo sano, salimos esa mañana. Algo que no hallaríamos o la inventariamos entre estructuras profanadas de caseríos y basura plástica. La fría brisa congelaba hasta las ideas. Apenas levantaba a 3 líneas del termómetro y en el agua, el sueño del invierno acunaba a las truchas. Llagamos a la altura del primer puente de ferrocarril.


Cruzamos entre los tablones de durmientes redoblantes y flojos hasta la costa norte. Tomamos hacia el oeste intentando protegernos del elemento en la costa. Pero ya los ladrones del km 55, baya a saber si por ignorantes, por prepotentes o simples peones de campo comandados por algún terrateniente apropiador de lo publico nos cortaban el paso con tranqueras, candados y alambradas. A muestra de maltrechos facones nos fuimos del lugar.

Pero el destino se les había puesto en contra. El facón y la prepotencia no pudieron con la voz de un malón de pescadores. Este grupo de mosqueros alzaría la voz, con los estandartes del Camino de Sirga, para librar el río nuevamente. Y así seria... durante quince soles brillaron sus metálicas alambradas solamente.  Siendo este el gesto, un pequeño lazo librado de la esclavitud... una proclama. El agua sera libre.





Subimos unos metros hacia la curva de Guido. Desandando camino por el puente como perros correteados. Con mucha bronca, mucha impotencia. Aquí... los alambres y cadenas de los usurpadores no habían llegado aún.  Bajamos hacia un playón y acobijados bajo un puente armamos nuestras cañas.

Eran las 12:00 am y el viento soplaba con fuerza. Pero el sol del cenit trataba de aplacar el frío. Y no se atrevía. Estábamos en una pampa abierta a 1500 msnm. Nosotros, la montaña y el río libre.

Mi compañero, trabajaría una perfecta Hare Ear Rubber Legs, en un lies soñado. Profundisima, la ninfa invadía las oscuras aguas del pozon. Su vibración y claridad hacían su cometido. Tomando una Arco Iris territorial perfecta. Casi en instantes... estaría en libertad.


Ahora iríamos por mas truchas. Así  monte en mi vara #4,  una línea de hundimiento de 150 grains para llegar abajo. Con un leader de 9 pies finalizado en 5x, dramatizo a una pancora ausente por doquier. Solitaria pero con intención, mi pancora nadaba. Lanzaba río a través y la veloz corriente arrastraba a mi mosca hasta llevarla a la corriente secundaria. Dos largos tirones y dejaba derivar como accidentalmente al plumerio con ínfulas de cangrejo. Es en este sector donde tomaban. Algunos piques fallidos hasta encontrar el quinto. Este me traería un pez bellísimo. Antes... arqueando mi vara al máximo. En el camino de furia escapista unos saltos típicos de una Arco Iris. En el arenal suave de un pequeño bulder, la hago encallar. Tomándola entre mis manos la intento proteger del miedo y del daño. La mosca cómplice del engaño, se libera suavemente. La libero y huye. Imaginando que jamás tomará un plumero similar.


Que extraña relación nos une con la presa. Trucha y hombre, hombre y trucha. Dominador y dominado. Inteligencia versus instinto, tal vez razón... contra puesta a las leyes naturales del animal. Quien nos habrá otorgado el derecho cuasi sacro de devolverlas a la vida. De provocarles daño sin remordimientos, enarbolando las banderas de la devolución.


Mas aún... que fatal relación tenemos con el río, el arroyo, el lago. Inútilmente creemos que todo es válido con el agua. Tal vez por su inherente cualidad de llevar, de lavar, de sanar. Ella debería tener poderes mágicos... debería aquietar su indómito carácter cuando los gigantes de hormigón y los diminutos de mente así se lo ordenan. Debería borran la maldad y  las heridas del alma.



En  que clase de inteligencia superior nos estamos convirtiendo. Quien nos dió el don de diezmar a nuestro medio ambiente en pro a nuestro placer, sustento o divercion?. Sin respeto a nuestra naturaleza no habrá mas pesca, no habrá mas caminatas, mas nada que fotografiar, no habra ciudades, no habra mas nada.  Tal vez sea nuestra viral razón humana. Mientras tanto, mientras las respuestas llegan... y los actos nos sobrepasan, pediré perdón a la tierra, al aire y al agua, pediré perdón reincidente, a mis peces y crustáceos. A mis insectos y zorros, guanacos y pumas. A mis ríos y arroyos, mis lagos y lagunas. Por la vana y arrogante ignorancia de los mios. El planeta algún día, podrá perdonarnos. END

Autor: Jorge Aguilar Rech
Edición: Jorge Aguilar Rech
Fotografía: Pablo Aguilar de PeixAR filmmakers
Edición Fotográfica: Pablo Aguilar
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