La escencia...

Consideramos al relato de una experiencia de pesca con mosca, como algo extremadamente sensorial. Desde lo visual y literario, cada salida de pesca se expresa libre de egoísmos, despojados de los espejismos de las recetas y con la permanente e inefable búsqueda de lo bueno, lo puro y perfecto.

Un gran desafío. La simpleza.

Mi querido Jorge, sos el único que acepta y comprende, que me motiva escribir. 

Hoy cualquier recurso; filmaciones, gráficos... apuntan a desarrollar la venta de los nuevos, maravillosos y mágicos.  Productos, capaces de convocar a nuestros peces de manera casi segura. El tío Wulff, ya no justificaría haber creado aquel chaleco hace décadas. 


La pintoresca canasta que fue parte de cuanto pescador llegaba al río; un simple orificio en su tapa... que permitía el acceso de cada captura. Cuantas truchas pasaron del agua del río, a un transporte comparado con el transporte público actual.  Amontonadas en tan noble y poético  artilugio... nunca más volverían a su paraíso de vida.  Aquel chaleco, que facilitaba la actitud de un pescador que pasaría a movilizarse en el río ya, está siendo insuficiente.  Los nuevos modelos se publicitan con toda la diversidad de bolsillos, capaces de albergar idéntica cantidad de pelotudeces que te convertirán en un pescador tecnológicamente moderno. Pero carente de los conocimientos básicos que se rigen en la naturaleza desde siempre .

A veces pienso... cuántas risas despertaría en un pescador de cien años atrás, ver un informático actual. Un maestro vía   You Tube, muestra su habilidad como atador para representar una miserable larva atada en un #16 con siete materiales diferentes, por supuesto perfectamente individualizados para evitar que la gilada  se confunda en su compra.  La pobre víctima quizás... no llegue a su atado por faltarle un tono de dubbing. Por suerte las truchas no los necesitan, para vivir felices en sus ríos, mientras el ilustre ciudadano acrecienta una nueva  frustración  a su ya ilimitado transcurrir  cotidiano.

Las nuevas cajas para mosca.  Pero... que despliegue de originalidad.  Dos, tres, cuatro bandejas o las que deseen ya que son móviles.  El pichi, pierde más tiempo en clasificar su colección de centenares de bellos pajaritos de colores que, en razonar su experiencia de pesca.  Me pregunto para qué, si nuestros parientes del norte, ya pensaron. Y sus primos de estos pagos, los apoyan por su sapiencia desde hace décadas.

Y vos pensás querido Jorge, que una miserable opinión mía, pudiese ser publicada en los catálogos mensuales de nuestras revistejas.  Me convertirían en un bonzo porteño.

Hoy... el atado se basa en el carecer de fundamentos. Fallás con muchos, seguís atando con la esperanza divina que de encontrar el número.  Y como en la lotería... el premio es tuyo.




Desde siempre, al menos un poco más de un siglo en nuestro país, las truchas comieron afortunadamente lo que el medio supiera proveerlas, de cursos de agua; para ejemplo... la fuente de la vida de mi querido maestro Benito,  nunca... una trucha la habitó, sin nuestra intervención.  Sin embargo por miles de años, millones de insectos, allí se desarrollaron sin la intervención del bípedo inteligente.

Ya traté de explicar desde la SUTILEZA, los cánones de la pesca con mosca del futuro.  Olvidarse de las comidas como carnadas o el movimiento para atraer a tan simples formas de vida como los peces de la montaña. 


Basta de referirse a insectos parecidos, con nombres de otras latitudes.  Es el tiempo de dejar de lado el músculo que nos permitía las grandes distancias, por supuesto sólo factible por las más caras y sofisticadas cañas que supimos convertir, en el ideal de pesca. Usemos la materia gris (las fuerzas de la física, los gestos bélicos, la danza de los grandes caster). Ella nos permitirá recrear la dramatización de tan simples, sorprendentes formas de vida como nuestros insectos, y en un juego...  convertir nuestras capturas en un premio y no en una casualidad como en el bingo.



Afortunadamente ya, un grupo de excelentes atadores está trabajando en Moscas Cuyanas.  La Escuela de la Asociación Mendocina de Pesca con Mosca,  cada vez más se identifica con las realidades de sus ríos. Lo mismo mis  queridos alumnos, maestros y  amigos cordobeses.  El resto del país, se sigue orientando con los modelos de atadores tan distantes.  Lo mismo ocurre con los profesionales mayoritariamente; si viven en contacto con sus ríos, se exigen ser residentes para ser guías y después terminan enunciando los modelos de catálogo del hemisferio norte;  que costaría dieran referencias para cada momento de la temporada, los insectos más comunes, sus tamaño y color . Vienen los foráneos con sus moscas y a veces pescan, es poco serio no ser capaces de describir las realidades de sus ríos , sus momentos …

Acaso no es un absurdo... que lleguen al río con su colección de centenares de pajaritos coloridos, a probar suerte; para seguir haciendo spinning con equipo de mosca.  Dejen ese recurso tan simple y antiguo,  para todas las demás especies pescables con equipo de mosca .


Me resulta hoy cómico, el atado de los dry famosos.  Complejos en sus  procedimientos, sólo para obligar a atadores, no demasiado hábiles en su motricidad,  o lo que es más grave... una visión algo débil,  a sufrir en una morsa.  Después que en el siglo XX se comenzara a utilizar el Cul de Canard (CDC , como se rebautizara en USA) una simpleza extrema en el atado y excelentes resultados para imitar nuestros insectos .

Un par de alitas de tela o el plástico de las bolsas de freezer bien atadas y paraditas  como dry o aplastadas para los spen , una misma mosca con distinta función.

Libros enteros dedicados a centenares de modelos diferentes,  sólo para recrear lo mismo. Una miserable ninfa atada con Cul en el tórax , que imita un emergente y si la necesitas derivando más abajo , sólo con un toque de barro se van tan abajo como las reales. 


Pero cómo hago para convencerte, que la caja para centenares de moscas, tu chaleco para varias de esas cajas, los reemplazos para ellas, cosa que llegues al río con tantas moscas que te marean... es obra de las mismas truchas.  Deformaron por décadas, la mente de los atadores y de los pescadores. Los usaron , nos usaron con el único fin de divertirse con los giles que quieren pescarlas.


Cada vez... siento el cielo más distante.  Me temo algún objeto pétreo me sacuda el cráneo en mis experiencias de pesca. Pero a mis alumnos de la escuela,  les enseñé con mi pasión... la verdad. 


Nunca un libro  se destaca por su encuadernado, si por su contenido, las vivencias, el mensaje, las extremas gamas de sentimientos que su lectura nos depara.  El río tiene su lenguaje, interpretarlo corona con felicidad la captura.




Mi único objetivo es enseñar a través de lo simple. A través de la ética y la nobleza de nuestra pesca.

Cuarenta años después, los magos de la actualidad siguen engrupiendo con las grandes distancias. Sólo factibles de lograr con las nuevas varas , desde ya las más caras. La idea es confundir a los juveniles de los pescadores que, inquietos por pescar, pican cómo el mejor.

Aten a gusto... todo.  Pero tengan claro que las truchas no consumen la historia.  Los sofisticados materiales antiguos y modernos que se difunden por catálogos. Comen como desde siempre, lo que cursos de agua originados en los  hielos y lluvias desde las alturas, sustentan en formas de vida.  Tan simples... como los insectos que en ellos viven.


Traten de descubrirlos. Jueguen en una morsa a imitarlos y en el río... a dramatizarlos.   Con el equipo  que puedan, pero con la misma pasión de atrapar un pez, como en el comienzo de nuestra actividad, hace centenares de años.  Desde la simpleza , desde la sutileza y  verán cuán felices podrán ser pescando. END




Autor: Darío Pedemonte.
Editor: Jorge Aguilar Rech.
Fotografía: Gentileza de Pablo Rodrigo Perez.
Isaias Nicolaevici/Sebastián Pagano.
BROWN TROUT ARGENTINA Copyright 2.012.
Reservado todos los derechos.



La Matancilla. El valle perfecto.

Pescando en el Arroyo El Perdido.



Llegar a este páramo, es algo contundentemente especial. Llegar a él... por huellas; apenas marcadas, entre arenales y cantos rodados gigantes. Exigir al detalle la muñeca outdoor, esquivando filos y matorras.  vadearlo entre guijarros flojos, desafiando al equilibrio.  Solo para estar ahí... donde nace el Tordillo Niño. Niño de agua, que se forma en el maridaje del Arroyo Quesero y Arroyo El Perdido.

El Perdido... padre que le da herencia de agua y de frutos a su hijo noble, el Tordillo. Y desciende, formando infinidad de pozones,  rifles y líes. Donde las supremas truchas andinas, esperan nuestros engaños emplumados.

Escudriñamos, entre ellos y las Arco Iris nos tomaban las ninfas... voraces. Pero no se prendían. Sorprendentemente, las primeras piedras hervían de Efémeras y Plecópteras. Racimos de Tricópteras anticipaban la vendimia de truchas... que costaría llegar en cantidad... pero la calidad sería el presagio. 

Tras esto, comencé atando en mi 7x fluoro carbón una Pheasant Tail en alambre # 18. Decenas de tomadas, no me daban capturas. revisé varias veces, la aguja de mi anzuelo, creyendo que podría estar roto.  

Mientras metros mas abajo  Diego, era sorprendido, mientras su Matuka en anzuelo # 6, color amarilla ocre, se prendía en la boca de una Arco Iris de un kilo  y doscientos gramos.


La turbidez de arroyo era ínfima. Apenas lechoso. Pero lo suficiente para que nuestras ninfas, pasaran inadvertidas. A estas alturas, comprendíamos que las truchas tomaban a irritación. Y excluyentemente colores claros.

Así montamos la iniciativa de trabajar con una Bitch Creeck amarilla en # 10. Esperábamos el atardecer de la hora de la oración. Rogándole a esa trucha, que tomara mi mosca.  Las luces caían en la tarde rosada cunado la vara en mi puño se activa. La adrenalina explota el impulso innato de levantar las manos. Quizás...  festejando por anticipado. Prendiendo una brava Arco Iris de un kilo doscientos que peleo varios minutos corriente abajo. Llevándome hacia abajo ,  acompañado por el ronquido agudo de mi Kayuga 1 Gold.


A mis manos, siguió la devolución y en agradecimiento a este bello ejemplar, cuyos labios se perfilaban como macho.

La noche me intimaba a regresar, y a guardarme en el cobijo de la luz artificial de la noche, brindada por el auto.  Los amigos dispersos en el arroyo, nos juntábamos al anochecer... rebalsando historias de nuestras bocas. Entre risas y murmullos. Historias de truchas andinas, truchas fuertes, nobles, sabias y esquivas.  De amarguras, y piques violentos, de enormes que nunca salieron. Truchas difíciles, que nos premian con sus escamas selectas. END




Autor: Jorge Aguilar Rech.
Edición: Jorge Aguilar Rech
Fotografía: Nicolás Aguilar/Jorge Aguilar Rech.
BROWN TROUT ARGENTINA
Copyright 2.012
Todos los derechos reservados.