La escencia...

Consideramos al relato de una experiencia de pesca con mosca, como algo extremadamente sensorial. Desde lo visual y literario, cada salida de pesca se expresa libre de egoísmos, despojados de los espejismos de las recetas y con la permanente e inefable búsqueda de lo bueno, lo puro y perfecto.

Cañada Honda. Arco Iris de las Sierras.

Ahí estábamos. Siguiendo esa extrema necesidad de pescar. En el medio de la tierra argentina, bajo un cielo celeste impecable y puro. Solo algunas nubes deben atreverse a pintarle manchas de blanco al cielo puntano.  El aire en las Sierras... se respira fácil. Tres... que se encontraban por esas alquimias del camino. Sebastian Pagano, Pablo Saracco y yo. Junto a nosotros Pablo, Nicolas y Benjamín... inseparables co equipers.


En el suelo, el reino de las rocas. El yermo de la piedra inerte. Rocas lisas  de brillos mate. Surcado por una muda herida de agua silente. Rocas, que son huellas de las manos suaves del silbido del agua. Aguas eternas... aguas quietas de color marrón te.
Aguas que albergan secretos de truchas.



Solo nuestro paso, nuestra sombra... activaba la huida de las truchas a los lugares seguros. Huecos profundos, oscuros y dramáticos esculpidos en la piedra y por ahora... bajo el agua. Decenas de sombras negras por pozon, estallaban en franca huida. Y de ese estado, no salían. La transparencia total del agua y la velocidad del rio, elevaban el nivel de sutileza requerida al máximo. San Luis es sin dudarlo, un destino para los que aceptamos desafíos.

Metros adelante, Sebastian Pagano presentaba en una atípica formación y mas extraña forma. Prácticamente acostado, colgaba la mosca en una hendija de agua profunda, de no mas de 40 centímetros. Lo observe durante unos minutos. El agua, estaba a uno cuatro metros de profundidad. Levantando el pulgar, me aseguraba que había descubierto una trucha. Ahora... debía clavarla. Segundos mas tarde, levanta los brazos y se levanta urgido. Su vara de arquea descomunal. Cada fibra del carbono, se exigía al máximo.

Era, dada las condiciones, y los indicios mecánicos de los elementos... un pez grande. Segundos mas tarde y tras caminar con la captura unos metros para tenerla a mano, no percatamos de que se trataba de una Arco Iris poderosa. Abandonando toda especulación de tamaño tenia un exponente al cubo... por cada centímetro cubico de musculo.  Sana, fuerte y pintada. Su lucha fue notable. Sebastian, la coloca en el agua nuevamente y vivaz... se esfuma en huida.

Incentivado por la primera captura de la tarde, desciendo hacia las cercanías del agua, y presento mi engaño. Habia seleccionado una Pheasant Tail en # 16 con ribet verde, vinculada en un riesgoso 5x fluoro carbón. Por sugerencia de Sebastian... debía aumentar el calibre del tippet, pero preferí tomar el riesgo. Riesgo, que a cortas...se cobraría el precio. La trucha sale desde la sombra lentamente, toma la mosca, se la lleva cual ratero de feria y corta. La propia, desazón fue enorme. Mi testarudez... una vez mas, me había facturado. La mirada entre Sebastian y yo... no aceptaba comentarios. En las sierras, los errores se pagan.



Decido entonces, dedicarme a otras actividades inherentes a los compromisos culinarios. Esperanzado en mejorar la suerte.

Pablo Saracco, se encontraba unos cien metros abajo del rio. Estaba trabajando cada formación en una técnica que le traería según sus pronósticos... los mejores resultados o al menos, marcarían preferencia de alimentación. Su dropper, promovía una ninfa lastrada y una seca a unos 40 centímetros. Lanzaba a la formación y trabajaba el engaño a deriva natural. En algunos escasos casos determinaba algún movimiento de vida.



En instantes... una pintadisima Arco Iris de unos 350 gramos toma su seca, En una explosión irreverente de agua, se apropia del emplumado ardid. Una escasa pero contundente lucha, varias veces adornada por furiosos saltos, da por satisfecha la contienda y es tomada para ser suavemente liberada.

Las capturas eran abundantes y de ilustradas características.  Las truchas de estas aguas, enamoran por su salud, vitalidad y perfección de proporciones. Están bien alimentadas y protegidas por un grueso mucus característico de estas aguas lentas.

En su espacio... y evidentemente entusiasmado, Pablo pinchaba una tras otra. Ni el humo de las carnes asadas que a estas alturas se adentraban entre las brizas del cañadon lo alteraban.



Ínfimas ninfas comenzaron a tomar protagonismo, mas adentrada la tarde.  Cuando  el clima de capturas coronaba la décimo cuarta. Una distinta a la anterior, superando la experiencia vivida metros atrás. Sabias. Truchas extremadas en instinto de conservación.


Cuando nos enfrentamos a truchas así... son dignas de respeto y admiración. Los parámetros de tamaño y peso, desaparecen en un universo de relativos. Son un desafío permanente a nuestro perdido instinto de percepción. Nos retan constantemente. Enfrentándonos al angustioso hecho de ni siquiera verlas. Solo la experiencia, la perseverancia y la sutileza del pescador, triunfan en aguas de la Cañada. END



Edición: Jorge Aguilar Rech / Pablo Aguilar Rech.
Fotografía: Sebastian Pagano, Jorge Aguilar Rech y Pablo Aguilar Rech para PeixAR filmmakers.
Protagonistas: Jorge Aguilar Rech, Nicolas Aguilar Rech, Pablo Saracco, Sebastian Pagano, Pablo y Benjamín Aguilar Rech. 
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