La escencia...

Consideramos al relato de una experiencia de pesca con mosca, como algo extremadamente sensorial. Desde lo visual y literario, cada salida de pesca se expresa libre de egoísmos, despojados de los espejismos de las recetas y con la permanente e inefable búsqueda de lo bueno, lo puro y perfecto.

El Farallón Dreamers. Vidriolas.

Pescar en aguas marítimas es... en esencia,  enfrentarse a la sorpresa... a la incertidumbre de ignorar cual va a ser nuestra captura. La sensación de ignorar que va a atacar nuestra mosca, su tamaño, y su fisiología es una experiencia insuperable. El dinamismo de las masas acuáticas, la termodinámica, la geografía, los vientos, los accidentes... son algunos de los factores que dinamizan constantemente la relación entre las especies. Eso... la hace fascinante.


Esa mañana de Marzo, nos dirigimos con Ignacio Girardi y Cristóbal Tapia Chamy de Chilecast, a buscar al Sierra. Las cuales son habituales de la Caleta Higuerillas, Quinta Región, República de Chile. Conocíamos el power de este animal. Conocimiento que nos llevaría a aumentar todas las cuantías de las varas, y tippets, utilizando unos 30 cm de wire tippet, para enfrentar la captura.

La Caleta nos recibía con el típico aroma a pescado, la brisa constante desde la costa y el alarido jocoso de las gaviotas. El sol apenas asomaba y se atrevía a brillar en los planos del mar.

Preparamos los equipos y entre las barcazas amarillas y rojas, llegamos a la escalinata de hierro. Seis peldaños abajo de acero corroído, nos dejarían el bote. Acomodados y lleno de sueños, partimos a la zona del Farallón. 


Lo ruidos urbanos y los chillidos de la caleta se iban acallando, mientras nos alejábamos de la costa. El mar estaba sereno. En el oriente fijo, se divisaba el roquerio rodeado de espuma y pájaros. Jorge, el guía... había puesto la proa con ese rumbo. Rumbo al Farallón.

Esta, es una formación rocosa que es parte de la misma cadena montañosa que ha dado lugar a la formación de Valparaiso y Viña del Mar, y se extiende bajo el nivel del mar. Refugio de miles de aves, algas, lobos marinos y peces.



Unas millas antes, nuestro joven capitán Jorge, deja la embarcación en marcha lenta.  Las aves comenzaban a zambullerse en sectores cercanos a la vista. Estas manifestaciones eran esporádicas. Solo manchones, donde subía un cardumen de peces pequeños. 

La técnica era sencilla, el guía  llevaba el motor de la embarcación en velocidad mínima y nuestras linea profundizaban. Esperando la manifestación de estos peces y pájaros. Fenómeno llamado localmente como la pajarada. Estábamos a la espera de tener a tiro de caña estas explosiones, así poder pinchar algún Sierra. Pero a Jorge e Ignacio, algunos comportamientos de las aves y la textura del agua, les parecían extraños


 

En instantes Cristóbal, detecta lo típico... lo buscado en la zona por años. Aletas amarillas entre el hervidero de peces. Eran Vidriolas cazando. Plenos de jubilo y nerviosismo recogíamos nuestras profundizadas lineas y lanzábamos al cardumen. 

Ignacio lanza a unos 20 metros, profundiza su Minnow. Recoje en tirones rápidos y cortos e inmediatamente, prende un pez. Pero aun no sabíamos que nos depararía el destino. Dado que veníamos preparados para las Sierra. Y esta pelea y las circunstancias no coincidían con estos animales. Furiosa pelea...  profunda y contundente. Un trabajo intenso para el equipo y desgastante para el músculo. La caña se flexa en una neta U. Y todo ese poder reactivo, sumado a su experiencia, trae a la primera Vidriola del día. 



Perfecto animal que en cubierta, brillaba sus perfectas texturas y brillos metálicos. Ignacio, sin dudarlo apresura su devolución atento a la descompresión  necesaria  y sufrida por el animal, al levantarlo. Tardaría solo unos segundo para que tomara tono vivo. Huyendo al negro del fondo. 

La alegría del grupo era notable. Nuestro entusiasmo estaba en mode on.



Inmediatamente, a babor, tras un largo cast, casi a unos metros de la embarcación, una nueva tomada arquea la vara de Cristóbal... pero la estrepitosa pelea, provoca el corte del leader, dejándolo con las manos vacías. La desazón experimentada, no lo ponía en desanimo. La búsqueda continuaba y era incesante. El cardumen de vidriolas era muy dinámico. Comportamiento típico de los predadores en acción de caza.


Si pausa, circundábamos la formación de rocas, comandados por el Capitán Jorge. El cardumen había tomado aguas profundas.  La quietud se apoderaba del lugar. Toda aleta amarilla había desaparecido junto a las pajaradas.

Llenos de incertidumbre nos mirábamos entre nosotros... y perdíamos la vista en el horizonte buscando a los pájaros zambulléndose. Pasaban minutos, y no percibíamos nada.



Nuevamente, se nos salia el corazón del pecho, los pájaros habían vuelto y se clavaban a metros de la embarcación. Las aletas, estaban a escaso diez metros. Lanzamos hacia el mismo sitio Ignacio y yo. Comencé, a dar movimiento a mi mosca. Un patrón Minnow con azuelo en tándem, con anzuelos altamente bio degradables, siendo el ultimo de color rojo... formula infalible otorgada por Cristóbal. Buscaba en la acción, imitar a las pescadillas heridas...  trayendo lentamente. Así...logre llamar la atención de una Vidriola, la cual sigue mi mosca y a escasos dos metros me arrebata el plumerio y huye al cardumen.



La vara se arquea brutalmente... el palo de escoba, así apodado, estaba perdiendo su condición. La Echo 2, Tim Rajeff de espíritu #9, era puesta a prueba. Mis músculos, acostumbrados a las peleas salmonidas, recordaban al Gran Dorado del Dulce. Las corridas a lo profundo del mar, eran violentas y contundentes. En ese instante de batalla... rogaba a San Pedro de la Caleta, que resistiera el equipo, y me diera la fortuna de obtener al animal. 



Entre corridas y recogidas raudas, bajo el efecto casi frenético del rugir del reel, la Vidriola luchaba por liberarse. Este pez  tiende a rascarse en lo mas próximo que halle, para liberarse de parásitos y obstáculos. En este caso, el elemento cercano era el bote. Por consecuencia, giraba alrededor de la barca de babor a estribor, intentando liberarse. Después de los primeros cinco minutos, el dolor se hace dueño del músculo. La expresión en mi cara cambiaba... haciéndose gesto, el esfuerzo máximo, el que provocaba las bromas de Cristobal. 

Cuando en instantes miro hacia mi costado... Ignacio Giraldi, luchaba con su segunda captura. Teníamos un doblete de capturas. Situación festejada pero a la vez complicada, dado el escaso espacio de trabajo. El arco de su vara era brutal. La situación era aun mas tensa, dado que los peces tendían a juntarse. Así se produjo lo anunciado, por mas esfuerzo entregado a la lucha para evitarlo. Las lineas estaban enredadas, por lo que sabíamos que algo iba a pasar en el sistema. El colapso de alguna de las dos lineas, el desenganche de una de las capturas, era inminente. En instantes... una de las Vidriolas muestra su lomo plata amarillento y es acercada al bote. Fatal instante donde se rompe el líder de una de las lineas.

No sabíamos cuales de las dos había colapsado. Un eterno momento de angustia y resignación, nos invadió a ambos. Pero una captura estaba aun enganchada y por esas cosas del azar, era la mía. Continué caña en alto, recogiendo linea frenéticamente... la vidriola estaba enganchada y aun vigorosa.  Vigor que me ponía en física desventaja a pasar de los segundos.  



Un total de 12 minutos intensos... pusieron a la captura en cubierta. En mis manos, disfrute su perfecta textura, su tono muscular enorme y furioso. Sus aletas amarillo verdosas... los ojos perfectos. Una obra perfecta de cuatro kilos. 

En segundos, ignorando el código de pesca artesanal del lugar y siguiendo la tradición de Cristóbal e Ignacio, la acerco al agua, la que parecía esperarla como regazo de madre. Apenas toca el ambiente acuoso, comprende y explota en huida.



Sabia que habíamos establecido una alianza entre ella y yo. Un gran lazo de vida. No pudiendo evitar, cada vez que mire el mar, pensar en ella. Pensar que... en la inmensidad absoluta de agua, esta. Un adiós y hasta pronto, fueron las palabras que en mi alma resonaron y mi boca no pronuncio. END 


  Fotobook  








Autor: Jorge Aguilar Rech.
Edición: Jorge Aguilar Rech.
Fotografía: Jorge Aguilar Rech/Cristóbal Tapia Chamy.
Protagonistas: Cristóbal Tapia Chamy, Ignacio Girardi y Jorge Aguilar Rech.
Colaboradores:  Javier Benegas, Mario Borquez, Anibal Espronceda, Carlos Schälchli.
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