La escencia...

Consideramos al relato de una experiencia de pesca con mosca, como algo extremadamente sensorial. Desde lo visual y literario, cada salida de pesca se expresa libre de egoísmos, despojados de los espejismos de las recetas y con la permanente e inefable búsqueda de lo bueno, lo puro y perfecto.

El Río Mendoza. El río maldito.

Al río maldito... lo amo; lo admiro y lo cuido. Pero creo que está maldito. Maldito por su vulnerabilidad, por su  admirable, extraña, mundana y desesperada belleza. En algunos cuadros... parece contar historias del pasado, de fantasmas de hierro, usinas y trenes. Quizás este maldito, por estar tan cerca de nuestra humana maldad. Nuestra incoherencia ambiental ... nuestra sordera a la conciencia. 

El maldito de los ríos, se deja arrebatar a sus hijos adoptivos  de escamas, por los que matan y matan por centenares. Y nosotros... los pescadores con mosca, devolvemos quizás, las truchas que los otros matan. Cuidamos, el río que otros contaminan y asfixian con diques asesinos.

Me consuelo, sentado en la sombra de una piedra y me digo a mis adentros.... serán estos, los Osos del Hemisferio Sur. Será que tal vez... nada escapa al viral instinto humano. Al incontenible afán de poseer, de ganar... de darse trofeos.

Es la primera vez en años... que veo, a tres jinetes arrebatando truchas con redes a la altura del cuidado Arroyo El Alumbre. La manos, las redes y los caballos, del infierno. Actitud tan humana, que igualmente...  maldigo.

Dias atrás... habíamos estado pescando con Nicolás y el  iniciado  Marcelo Domizi, con unas capturas fabulosas, a la altura del puente de hierro de Potrerillos, en la estación del mismo nombre a mas de 1.335 m.s.n.m. Buscando lo perfecto, lo sano, lo justo. 


Buscando honrar a la tierra, que nos dá... bajo toda adversa condición; la vida. Ese sensible hilo que une a la expresión vital en las tierras y aguas andinas. Por eso... somos sutiles. Para honrar la vida.

Salimos de la Ciudad de Mendoza, tarde. Mas allá de la media, comiendo distendidos al llegar a la Estación Potrerillos.  Finas cecinas, quesos y pan casero,nos daban ánimo para iniciar la jornada vespertina.  Ahí estábamos... junto al férreo trazado del ferrocarril, armando nuestras varas # 1 y # 3. 


Nos acercamos al río, descubriendo su grado 5... ideal. Totalmente transparente y premonitor. Las piedras mudas del río... no nos hablaban. Solo humildes tricópteras despabilaban de los brillantes clastos.

Sabíamos... a las claras que debíamos imitar una tricópteras desprendida de algún pedregullo; en lo profundo.  Un trabajo lento.  Casi sin moverla y que profundice. Así, fue la técnica para mi Hare Ear Rubber Legs con Bead Head. 


Ya en lo profundísimo de un verde pozón... un contundente y leve espasmo denuncia al músculo, y aviva a la mente, con un pique. Una bella Arco Iris mostraba su vientre blanco, y se iba a lo profundo a pelearme. Abajo, tomaba la corriente,  para intentar zafarse de mi alambre #14. Minutos de lucha, la llevaban a la costa sin agua para encallar en mis manos. Una hermosa hembra de unos 50 cm, robusta por 1000 gramos y pintada apenas. Me encantaba con sus bellezas. Me databa su origen de recién llegada al lugar.




Devolverla al agua... expiaría mis culpas, lavaría mis manos que no serian manchadas, y haríamos las paces con el vientre materno del río. Mañana... se romperían mis ilusiones... mañana seria el maldito.


Metros mas arriba, mi emoción electrificaba la línea de flote... aun, cuando me propongo trabajar un gran pozon y permitir que mi mosca ascienda y descienda en un gran remolino. Impacto descomunal hacia abajo me irritaba la adrenalina. Increíbles y fuertes espasmos repetían la experiencia de la captura anterior. La virulencia de arqueo de la vara, me lanzaba a imaginar su volumen mucho superior. Su plata salmonado, me deslumbraba. Hasta me era difícil hacer foco sin quemar la exposición al brillo del sol. Mi residente era mucha mas grande... y de perfecta escama.




El anti río, algunos le dicen. Quizas sea el Mendoza, un río que desconcierta a lo establecido. Las tecnicas a emplear, son cambiantes, como el río mismo. Para tener captura, hay que leerlas a tiempo. Los lanzamientos up stream típicos no resultan muy beneficiosos. Si... lo hace, el lanzamiento a travez, apenas rio arriba, con mends positivos o proactivos para evitar el drag. Ya rio abajo, nuestra pluma deberá ser libre y profundizar. Desde abajo, comenzaremos el lento movimiento de una tricóptera, desprendida por accidente... casi nulo. Es este el disparador, cuando el agua esta en estos grados de transparencia (1º= 1m, con un maximo de 5º).


Pasaban las horas, y lejanas sombras de pescadores, nos acortaban la subida. Las brizas frescas de la tarde, se mezclaban con el caliente aliento del Zonda.  Y el hambre nos llamaba a regresar.  En la camioneta, las varas descansaban en sus tubos y nuestras almas esperaban el día de mañana... para seguir pescando.


El segundo día de pesca amanecía con el oeste borroso de tierra. Las líneas de la montaña, eran solo una sombra impresionista. Nos animamos y nos adentramos al polvo. El trayecto nos sorprendería, dado que en Potrerillos el cielo estaba limpio. El río... el río denunciaba el deshielo de las cuencas altas que habían enturbiado su manto de agua. Aun así, estábamos dispuestos a aceptar la condicionante. 


Bajamos con nuestras varas y el río nos mostraba su grado tres... de transparencia. Probamos las Hare Ear, sin tener muchos resultados. En una de las correderas trabajando una de mis moscas con gran lentitud, asoma un lomo, que se retuerce y muestra su vientre blanco, y se sumerge en lo profundo del pozon. Decenas de intentos mas... no me daban captura.





Continuábamos pozón y correderas mas arriba. La turbidez del Mendoza, nos iban dejando con las varas tiesas y las manos sin capturas. Decidimos entonces... bajar, sin pescar hasta el la formación donde había vistos a la Arco Iris, tomar la Hare Ear. Cediendo el turno a Sebastian, lanza corriente a través y deja a deriva natural, profundizar la mosca. La tomada fue inminente y fuerte. La lucha le traía a sus manos la única captura de la tarde.


La belleza de este río... su eternidad; lo efímero y temperamental, lo hace extremadamente bello. Extraño e intrigante. Capaz de albergar en sus profundos verdines, truchas de mas de 4 kg.  Ese carácter lo hace adictivo, durante los únicos meses que se halla pescable.


Decidimos entonces cerrar la jornada. Cansados, abatidos por la tarde y con ausencia de emociones... regresábamos.  


A lo lejos, cual Quijote... vislumbro su maldición. La maldicion de mi río. Tan cercano a todo que nuestras manos mismas, lo secan, lo contaminan, lo vacian de vida. El Gigante de la falta de controles y el incumplimiento de las leyes por parte de esa gente que cree que el ser humildes, lo habilita a todo. Caballos con redes y manos piratas. En el lecho mismo de mi río. Predadores de lo nuestro buscando ventaja en la mansedumbre de la tarde. Centenas de kilos de truchas en andrajosas bolsas... serán llevadas a quien sabe donde. 


La impotencia de nuestras miradas... se sellaba en un puño apretado que ya no lucha. Reflexiono... quizás, lo nuestro ya no sea pesca. Es una sofisticada poesía que ronda entre el ego, el romance, el dolor y el dominio. Quizás... nuestra razón, nos haya convertido en bulimicos del río. 


Bajo la cabeza y los miro. Un extraño gesto en mi cara. Me doy vuelta respirando el dolor. Vuelvo a casa despojado y confundido. Convencido de que devolvemos las truchas que otros depredan. END





Autor: Jorge Aguilar Rech.
Edición: Jorge Aguilar Rech.
Fotografía: Jorge Aguilar Rech
Sebastián Pagano/Nicolás Aguilar.
BROWN TROUT ARGENTINA
Copyright 2.012
Todos los derechos reservados.



Cerrando El Tordillo Superior.

El invierno pinta las montañas de blanco en Mendoza. Los aires en la ciudad huelen distintos. El aire se siente mas puro. El aire del invierno, es fácil de respirar.  El color se torna en ocres y amarillos, que nos invitan a dormir.  Las hojas secas de los plátanos nos perfuman el aire de almizcles de madera. 



Era medio día... cuando decidimos dejarnos llevar por el llamado del valle. Dejando atrás la ciudad, el auto devoraba asfalto rumbo al sur. Llegábamos a Malargue, tarde. Casi a la hora del descanso.

La noche, nos cuidaba en casa amiga y, la mañana nos hacia llegaba temprano. Transportándonos a otro lugar... con los sonidos del Campanario de Malargue. Los acordes de la mañana son extraños, para nosotros. El campanario, y el pulso de una ciudad distinta me corría de frecuencia en mi inconsciente. Pero un mate silbado con yerba ahumada... me arrancaba de mis viajes matutinos y me ponía en lugar... estaba despertando y soñando con el Tordillo.




La helada mañana, nos obligaba a evaluar ropajes técnicos. Decidí por pura cobardía térmica, ponerme las pieles, el Wader y las botas y... así, evitar toda variación en la temperatura del cuerpo. El camino nos atrapaba de paisajes y la Virgen Negra de los Arrieros,nos llamaba desde el otro lado del arroyo. Aquí paramos unos minutos... - solo pa´ encomendarnos-.

Seguimos raudos por el camino de tierra, camino al Tordillo Superior. Los blancos del invierno, había espolvoreado su friso de tiza por todos lados del camino durante la noche. 

El Tordillo se hacia nuestro y llegábamos al punto planeado. Así... baje de la camioneta, desperezándome y dejándome abrazar por el ente del aire del Valle. 

El sol tímido del mes de Mayo, apenas negociaba  estar... en el cielo del Valle. El frío calaba cada poro descubierto. Los hielos crujían  al paso de nuestros pies.




El agua del Tordillo era diáfana, inocente y perfecta. Su temperatura apenas, despertaba a las truchas. Unos 6º C nos separaba del hielo de la noche. La vida explota... aun con frío. Las robustas Stones, Tricópteros y Efémeras, eran parte del menú. Y la mesa estaba servida. Unos grados mas arriba, despertaron los piques.


Los primeros ataques a las Pheasant Tails, presentadas Up stream ... fueron muy tímidos. La #1 sensible y perspicaz, me ayudaba a clavar las primeras tres de la jornada.  Un leader torcionado y tippet 7 x, armaban una extensión de unos 9 pies. Tibias luchas de truchas fornidas, que solo atinaban a lanzarse corriente abajo.  Sumado de vectores, que hacían una experiencia notable a la hora de la pelea justa.




El Tordillo despertaba de a poco. Caminando río arriba, despacio y casi al acecho... me encuentro con una gran Arco Iris que despertaba del sueño, bajo el socavón de una cortadera. Animal de unos 3 kilos que al verme... huía lentamente río abajo. es indispensable, me dije a regañadientes, ser imperceptible.


En la vera contraria Nicolás, Marcelo y Diego sostenían sendas batallas. Metros mas abajo nuestro amigo Copito Barifuza, nuestro Master Chef y experto Bartender, también arreglaba asuntos con una preciosa Arco Iris.


Nicolás, había atado una Soldier Palmer en alambre #8 en Chenille amarillo. Una irritadora por excelencia. La cual no demoró en traerle captura. La estrategia de Nicolás, fue lanzar aguas arriba y río a través, posicionar la linea de flote en la secundaria y traer con la técnica del ocho, lentamente. así... unos metros y luego repetir esta operación. La pelea fue contundente. Al tomar la mosca, la trucha escapaba a la corriente principal y se lanzaba  río abajo. Después de unos segundos, una Arco Iris de unos  600 gramos. Las manos heladas apenas daban para devolverla al agua.




Diego, río arriba, trabajaba con línea de hundimiento del 150, una Matuka marrón oscuro. Un leader corto de 5 pies, terminado en 5 x. Utilizando la misma técnica de Nicolás. Estremecía su vara, una trucha flaca, de gran longitud y poderosa musculatura. La pelea fue corta, y la  trucha devuelta al agua. 



Era ya el cenit, y decenas de chillidos de Gaviotas Andinas nos cubrían la cabeza. Probablemente algún animal muerto recientemente las atraía. Tal vez , la gran baja del nivel del agua, dejaba al descubierto algún grupo de peces agonizantes... Nos encontramos con varias charcas casi secas con cadáveres de truchas. Diego... tenia varios ataques en su mosca. Obteniendo algunas Marrones bellisima y varias Arco Iris de mayor tamaño. Mas robustas... de aproximadamente 1,8 kilos.




Mi vara sensible, continuaba trabajando las Pheasant Tails, de ribetes rojos, la cual también obtenía algunas Marrones de unos 400 gramos. Profundas y desmedidas peleas, me brindaban las marrones. Pintadas de batalla, me daban el honor de poder tenerlas  en mis manos.

Cayendo la tarde, las sombras pintaban algunas laderas de hielos. La vegas blancas e inmóviles nos daban pauta de la época del año... de la dureza de este entorno durante el invierno.

Diego y Marcelo, habían elegido una estrategia muy distinta a la Nicolás y yo. Buscando runs o profundas correderas, sus plumas profundas buscaban a las truchas abajo en el verdín. Nosotros ninfeabamos, up stream en estructuras mas pequeñas.


Saltos enormes, espasmos aguerridos y furiosas luchas, nos muestran la salud de nuestras truchas aun en épocas donde deben estar mas aletargadas.






El retorno, anunciado por el UHF, nos quería dar unos minutos mas de pesca, el nunca último cast... el perfecto instante de la hora mágica.  Instante supremo que traería algunas capturas más. 


Ya en el retorno, crujiente de guijarros... nos esperaba  Copito, con el elixir de las destiladas .... un Chivas Regal de 12 años, que nos daba grados a la ausente temperatura y firmaba la alianza entre amigos, el río y el pez. 


 La luz del Tordillo se apagaba para entrar en un sueño de invierno. END


Autor: Jorge Aguilar Rech.
Fotografía: Jorge Aguilar Rech/Diego Peixoto/Leandro Ferioli/Nicolás Aguilar/Marcelo Perez.
Video: Jorge Aguilar Rech.
BROWN TROUT ARGENTINA
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