El paisaje se va transformando kilómetro a kilómetro. Las cumbres de los Andes Centrales se recortan en plenos horizontales., como si Nuke Mapu... hubiese cortado la cima de todos los montes , prefiriendo intacto a su debido espíritu ...Lanín.
El entorno se hace distinto... y el tapiz del monte chato suaviza las formas. Arroyos, ríos y valles de voces mapuches se llaman por doquier. Un largo trayecto de trece cómodas horas desde Mendoza... nos dirigen al corazón de San Martín de Los Andes un día sábado de otoño al anochecer...un pueblo de maderas blandas y techos negros.
Al despertar nos dirigíamos al oeste del Lago Lacar... el que baña enormemente al pueblo. Ahí...el Río Chachín. En la entrañas del Parque Nacional Lanín...iniciaba nuestra jornada. Un dibujo de aguas tranquilas y amplias, que corren entre piedras... correderas y robles negros. Respirando un paisaje calmo, repleto de sombras espesas y luces que resplandecen entre el agua y los verdes opacos.
El día templado, con escaso viento. Confundiéndose al cenit, con un día de primavera.
Las plumas se mojaron desde la desembocadura amplia hasta entrados unos 500 metros. Generosos pozones, largas correderas que nos rebalsaban a Pablo Cortijo y a mi, de sueños... de espectativas... de capturas ausentes.
Las plumas se mojaron desde la desembocadura amplia hasta entrados unos 500 metros. Generosos pozones, largas correderas que nos rebalsaban a Pablo Cortijo y a mi, de sueños... de espectativas... de capturas ausentes.
Pero pasaros horas y plumas y nadie se dejaba el engaño... solo nosotros. Omnubilados por los matices de los cipreses y el canto de la brisa entre sus ramas. De fondo infaltable ...nuestro inseparable mantra mosquero...el sonido quebradizo y constante de los correres del río.
La magia se transformaba en un adiós sin rencores...sin capturas , para hacer unos kilómetros al Este nuevos cast al llegar a la desembocadura del Río Hua Hum... donde hermana sus aguas con el Lago Nonthue.
Un obligado descanso entre las sombras de un Arrayan, me mostraba las escenas del ambiente... sus protagonistas. La Hostería Hua Hum acobijaba una arboleda espesa de sauces que avanzaban sobre el agua del lago...donde los alevinos hacían llover los hatchs.Mas al Este un muelle se adentraba prudente y en tono a las oscuras aguas y en el beril delgadisimos juncales de erguian desde el fondo.
Así visitamos con nuestros casteos micro ambiente habido... los resultados llegarías a la oración. La tarde caía lentamente entre brisas mas fuertes... mas frías. Anticipándonos la fría noche patagónica. Entonces Pablo me convoca a pescar con la botas secas sobre el muelle, y accedo. Comenzamos a tirar en forma horaria desde el frente a los costados... cuando los saltos plateados y las ondas nos daban aviso de la hora indicada.
Las moscas fueron cambiadas sucesivamente... desde las ninfas Hare Ear, los Streamers blancos Wolly Bugger y Micky Finn. Siendo la eficaz la Bitch Creeck Negro y Rojo. Los saltos descomunales de la Arco Iris de 600 gramos no hacían honores a su tamaño. Corridas profundas intentaban desprenderse del alambre. Tras una corta pelea, la traigo hacia mi para desprenderle el engaño y ser devuelta. Mi gratitud a ella, a ala noche que se avecina y me ocultaba, al agua y al paisaje. Respiro hondo y finalizo la jornada junto a Pablo. Alejándonos del seco muelle nuestros pasos iban resonando como kultrun...mientras nos envuelve el negro poncho de la noche. END
Autor : Jorge Aguilar Rech
Así visitamos con nuestros casteos micro ambiente habido... los resultados llegarías a la oración. La tarde caía lentamente entre brisas mas fuertes... mas frías. Anticipándonos la fría noche patagónica. Entonces Pablo me convoca a pescar con la botas secas sobre el muelle, y accedo. Comenzamos a tirar en forma horaria desde el frente a los costados... cuando los saltos plateados y las ondas nos daban aviso de la hora indicada.
Las moscas fueron cambiadas sucesivamente... desde las ninfas Hare Ear, los Streamers blancos Wolly Bugger y Micky Finn. Siendo la eficaz la Bitch Creeck Negro y Rojo. Los saltos descomunales de la Arco Iris de 600 gramos no hacían honores a su tamaño. Corridas profundas intentaban desprenderse del alambre. Tras una corta pelea, la traigo hacia mi para desprenderle el engaño y ser devuelta. Mi gratitud a ella, a ala noche que se avecina y me ocultaba, al agua y al paisaje. Respiro hondo y finalizo la jornada junto a Pablo. Alejándonos del seco muelle nuestros pasos iban resonando como kultrun...mientras nos envuelve el negro poncho de la noche. END
Autor : Jorge Aguilar Rech
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