Ese día fue especial. Pero mucho mas especial que otros. Lo sentía así, desde las primeras horas de luz. Sentía todo en eje, en equilibrio; donde la cadencia exacta del tiempo, el suceder de cada cosa y la ausencia total de la ansiedad se ocurrían en total concordancia. La luz, la temperatura y el aire, todo era el preludio de un día excepcional.
Estaba con mi gran compañero, hijo y amigo Pablo. Ambos en el arroyo. Inmersos en la naturaleza. El y yo, incrustados en la total inmensidad del Andes. El tenue sol de mayo nos adormecía, cercano al medio día. Sediento, busco un claro en el correr fresco del arroyito. Necesitaba beber un poco de agua. Me inclino y arrimo las manos en cuna para atrapar un poco. El espejo del pozon refleja mi cara. Al comienzo fracturada de ondas y al cabo de unos segundos... ahí estaba. Una imagen reveladora. Era ese mismo niño de hace 40 años atrás; tiempo en que comencé con esta búsqueda y la llame pesca. Y sonreí. Sonreí desde mi alma. Era esa luz, la iluminación del conocimiento, la experiencia encarnada y una meditación que solo en estos dias míos, se da. Mire a Pablo... él, tal vez sin comprender la situación, respondió a mi gesto con un -que es?, -que pasa, -que hay?.
Estaba con mi gran compañero, hijo y amigo Pablo. Ambos en el arroyo. Inmersos en la naturaleza. El y yo, incrustados en la total inmensidad del Andes. El tenue sol de mayo nos adormecía, cercano al medio día. Sediento, busco un claro en el correr fresco del arroyito. Necesitaba beber un poco de agua. Me inclino y arrimo las manos en cuna para atrapar un poco. El espejo del pozon refleja mi cara. Al comienzo fracturada de ondas y al cabo de unos segundos... ahí estaba. Una imagen reveladora. Era ese mismo niño de hace 40 años atrás; tiempo en que comencé con esta búsqueda y la llame pesca. Y sonreí. Sonreí desde mi alma. Era esa luz, la iluminación del conocimiento, la experiencia encarnada y una meditación que solo en estos dias míos, se da. Mire a Pablo... él, tal vez sin comprender la situación, respondió a mi gesto con un -que es?, -que pasa, -que hay?.
Como explicarte hijo mio... todo lo que siento cuando estoy aquí?, pensé a mis adentros. Como explicártelo en el idioma de tus dias de joven, para que puedas entender?. Desde mi mundo donde el tiempo transcurre distinto, a tu mundo de lo inmediato y veloz?. Recuerdo que en ese momento te respondí con un para nada concluyente -nada importante!. Pero hoy, te lo contare en este mundo de letras escritas. En este viaje hijo mio, he recorrido un camino lento, relajado y placentero donde la experiencia se abre camino en el tiempo y es disfrutada minuto a minutos. En ese recorrer de vivencias, me he preguntado sobre esto que llamamos pesca con mosca. Me he preguntado cual es el fin, cual es su esencia verdadera en estos tiempos modernos.
Busque cada día, una respuesta, abrazando a la virtud de conocer a cientos de personajes y entre ellos...
-parecen recorre en mi mente, cual carrusel de retratos de cada uno de ellos-. conocí a los místicos y a los pragmáticos, a los técnicos como a los artesanos, a los campeones y a los perdedores, rústicos y sofisticados, gurues y súbditos, los talentosos e imitadores, sectarios, odiadores, a los vendedores de todo. En fin un universo vasto de escencias, de formas, de personalidades y seres únicos. A quien volvería a conocer mil veces.
Y aquí estoy yo...querido hijo, un eterno aprendiz. Incapaz de escribir recetas, formulas y alquimias. Porque no me interesan, no profeso esa fe, no entiendo su ciencia, esencia o eficacia. Pero sí, su sustento físico, matemático y químico. No soporto lo no esencial, lo sobrecargado de dogmas, lo oscurantista. No creo en los adornos del mediocre y abrazo lo simple, lo elemental y natural. Mi fe, mi teorema y demostración, se trata de esto que llamamos pesca con mosca como algo simple, que en base a conocimientos científicos y técnicos adquiridos y aplicados en tiempo y en forma dan por resultado un pez. Solo se trata de saber leer el libro de la naturaleza. Comprenderlo. Es tan simple como respirar, como caminar y comer.
Y aquí estoy yo...querido hijo, un eterno aprendiz. Incapaz de escribir recetas, formulas y alquimias. Porque no me interesan, no profeso esa fe, no entiendo su ciencia, esencia o eficacia. Pero sí, su sustento físico, matemático y químico. No soporto lo no esencial, lo sobrecargado de dogmas, lo oscurantista. No creo en los adornos del mediocre y abrazo lo simple, lo elemental y natural. Mi fe, mi teorema y demostración, se trata de esto que llamamos pesca con mosca como algo simple, que en base a conocimientos científicos y técnicos adquiridos y aplicados en tiempo y en forma dan por resultado un pez. Solo se trata de saber leer el libro de la naturaleza. Comprenderlo. Es tan simple como respirar, como caminar y comer.
Es una conexión casi subconsciente con el entorno, con cada ser vivo, con los elementos y con el pez. Pez, que arrebato de su entorno acuoso, de su conciencia animal que el comprende como vida, para tenerlo en mis manos, admirarlo y grabarlo en mis recuerdos. Eso a lo que yo le llamo pesca. Ignoro aun porque lo hago de esa forma, porque lo devuelvo.
Pero esto... es solo mi manera de sentirlo. Tal vez tan intrascendente, tan etérea y absurda!. Tal vez esa es mi respuesta. El porque de esta torpe y sofisticada coreografía. Ese es mi reflejo al tiempo en que vivo mi primer lustro.
En esta inmensa búsqueda... en este viaje, puedo decirte que la pesca es todo lo que el pescador quiera que sea. Yo prefiero la verdadera simpleza. La de ese niño del reflejo. END
No hay comentarios:
Publicar un comentario