La escencia...

Consideramos al relato de una experiencia de pesca con mosca, como algo extremadamente sensorial. Desde lo visual y literario, cada salida de pesca se expresa libre de egoísmos, despojados de los espejismos de las recetas y con la permanente e inefable búsqueda de lo bueno, lo puro y perfecto.

Atando en el río.


Cuantas veces, vemos a algunos pescadores que... con caña en mano, sobre la rivera del más hermoso río y apurados por iniciar la pesca, atan al tippett rápidamente, la primera mosca que encuentran en su caja, sin atender a los colores, a las formas, al tamaño y especialmente al ambiente en donde nos desenvolvemos. 

Por algún motivo, sin criterio alguno, se abre la caja de moscas antes de llegar al río y lo peor de todo se elige una y se ata. Tal vez desconocimiento o esa extraña soberbia,  que hace creer que conocemos todo del lugar a donde se va. Al abrir la caja ... se deja llevar por algún color o forma sobrenatural. Literalmente la mosca nos pesca antes de que empecemos a pescar. Caemos en un encanto casi irracional.  

Antes de llegar al río ya sabemos todo o lo desconocemos todo o simplemente no  se tiene el ánimo o las  ganas de perder los minutos en observar  y aprender del único gran maestro... la naturaleza.  Así obviamos realmente la esencia de pescar con mosca, su entorno, su arte, el porqué, nos olvidamos por completo de las raíces, de sus inicios y mutilamos por ende su futuro.

Al llegar al río... al pescador con mosca, le nace la curiosidad, intenta tener en cuenta los fenómenos que suceden permanentemente, la deriva natural de un insecto, una Dragon nadando, una efémera reposada, la subida de un pez, el vuelo de las golondrinas, tantas cosas que la naturaleza nos muestra, como advirtiéndonos de que se trata… todo este arte y ciencia de la pesca con mosca. 

Numerosas son las situaciones que un pescador precavido, atento y paciente, experimenta en el río, desde las primeras horas de la mañana a las últimas horas de la tarde. Cambios en la temperatura, en la luz, en la estructura de un río, eclosiones, ninfas, adultos, emergentes y terrestres, un popurrí de insectos, un variado menú que no podemos dejar de lado ni nosotros ni por supuesto las truchas. 

Observar el menú realmente es el primer paso, la temperatura paralelamente, actividad en superficie, alguna sombra, algún brillo que nos llame la atención y no me quiero olvidar del color del lecho rocoso. 


Quiero imaginar un río... mas  bien un recuerdo. Un día soleado a primeras horas de la mañana, el aroma del verde puntano, la primer corredera, su brillo, el juego de matices entre agua, cielo, algas y granito. Algunas nubes las primeras de la temporada. 

Antes de atar la mosca al tippett, se debe observar desde lo alto y llega a la mente la primer a incógnita ¿Qué mosca pongo?.  Recuerdo un libro con este nombre....Observo el entorno, mientras espero que el río tome vida. Espero .... un concepto efímero y vital en la pesca con mosca. Una hormiga deriva copiando cada una de las olas, un grupo de langostas salta en cada una de mis pisadas sobre las gramíneas. Me oculto detrás de la roca, una delicada efémera se posa sobre mi caña. 

Ahora me acerco con cautela a la perfecta corredera. Levanto con cuidado las empapadas rocas del fondo: chinches de agua, por otro lado, algunas Damsel y en la tranquilidad del agua estanca una enorme Dragon, y debajo en el lecho entre las gravas, algunas efémeras, Tricópteros y Simúlidos, tantos insectos…

De pronto el río toma vida.  El primer brillo salmónido, la primer subida, entonces llega el momento esperado. Ya es hora de los primeros intentos, guardo en mi retina el color de esa hormiga, su forma y su tamaño, igualmente para todo ese menú, si no lo recuerdo, nuevamente empiezo con la rutina de observar. Otro espíritu del fly fishing.



Busco en mi chaleco una caja de mosca.  Decido empezar con una ninfa de efémera de color pardo claro que até el día anterior y que tienen gran semejanza con las que observe en el agua.
Busco, abro uno y otro bolsillo, no encuentro mi caja de ninfas, no entiendo que paso, no tengo con que pescar, entonces cambio obligadamente por una terrestre o alguna seca, abro la caja de terrestres y secas y no hay una sola mosca, y recuerdo que el día anterior ordene las cajas, las vacié pero nunca las llene nuevamente. Entonces desde la garganta la angustia me susurra: No podre pescar!!.

De pronto….. recuerdo que tengo unos anzuelos en uno de mis bolsillos, una tijera en mi botiquín, un viejo pullover de color pardo y un poco de hilo de color negro. Busco entre las cortaderas y en las arenas y encuentro plumas marrones y blancas, busco entre las ramas de un árbol y las espinas y encuentro mechones de pelo de algún caballo o bovino……. y pienso Tengo todo lo necesario!!.

Todo provisto por la naturaleza.

Uso mi pinza y trabo con ella uno de los anzuelos, con el hilo negro en mi mano ato primero una pequeña cola de mechones de pelo de caballo, luego un trozo de lana de mi pullover y lo envuelvo en el anzuelo, un trozo de pluma y por debajo el tórax nuevamente con lana, ato el wing case y con lo que sobra de la pluma marrón armo las patas de mi ninfa improvisada. Finalmente tengo mi mosca, por las dudas armo otra más de repuesto y definitivamente la ato en mi tippett y comienzo a pescar. Numerosas truchas son tentadas con la más improvisada y desprolija mosca, ella tan solo imita a la perfección un insecto de ese río y se comporta como el mismo porque... antes observe al sistema  natural. Tiene el olor de la naturaleza.

Otra forma de enfrentar la jornada es la de no  llevar las cajas de moscas y  envolver plumas y pelos a las orillas del río, invirtiendo el tiempo en observar, copiar y caminar el ambiente, y percibirlo en lo más profundo... en el más intimo de los pensamientos del mismo. Simplemente  es  estar sin moscas junto al río y atar lo que tenemos a mano ahí. 

Lo que oculta el río en su vientre es un mensaje que descansa entre lo inerte y la vida.  La roca, el agua y un delicado insecto. Y ahí estamos nosotros...siendo parte del paisaje.  De ese paisaje con infinidad de formas y matices.  Siendo primordial y necesario... en ese momento entrar en la  frecuencia.  La misma que tiene el río, y sin dudas podremos ser parte del medio, fluiremos como el agua,  con su pausa y su violencia. Entenderemos su ritmo vital.

Esa...es la única manera que nos podremos asimilar en un ámbito, del cual no somos parte y al que no podemos controlar. Esto es la base de pensamiento del pescador ambientalista. END



Fotografía: Sebastián Pagano .
Edición:Jorge Aguilar Rech.
Corrección: Mario Capovia Del Cet


Dedicado al amigo y maestro Darío Pedemonte.
BROWN TROUT ARGENTINA
Copyright 2.010

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