Cuando voy en busca de un pez, mi mente se sumerge en un único mundo sensorial de estímulos visuales, táctiles, olfativos... Como una bestia mas de la creación, motivado por la única fuerza que me mueve en este acto... la curiosidad.
Si...curiosidad que se traduce en búsqueda indefectiblemente. Años atrás abandone la codicia de los contadores de piezas, la triste vulgaridad del tamaño, el aplauso estúpido de los podios y relajo vulgar de los campeones.
Me sumergí entonces en el mundo de la búsqueda. Cuánto aprende un pescador de un pez, cuanta similitud podemos llegar a tener con ese ser vivo. Cuanta sabiduría en un ser para muchos insignificante.
Hoy, al sostenerlo posado en mis manos. Al someterlo al impacto del otro mundo para él, el mundo mio, el del aire. Solo intento conocer en su mirada aterrorizada, los matices de su existencia.
Dándole como si yo fuera alguien superior a él, la libertad. Libertad que ninguno de nosotros podrá experimentar jamás. Eso es mi promesa. END
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