La escencia...

Consideramos al relato de una experiencia de pesca con mosca, como algo extremadamente sensorial. Desde lo visual y literario, cada salida de pesca se expresa libre de egoísmos, despojados de los espejismos de las recetas y con la permanente e inefable búsqueda de lo bueno, lo puro y perfecto.

Valle Hermoso. La Brown Trout del recuerdo.

Ella... esta en mis recuerdos. No hay día que pase que no me acuerde de ese mágico momento. Un día de verano que se quedo guardado en mi alma de pescador... que vuelve de vez en cuando para ser revivido.


Una tarde perfecta, que fue capaz de encender aun más, la pasión por este deporte. Creo que existen esos momentos en cada uno de nosotros... los mosqueros; que quedan guardados en el corazón y son recordados de vez en cuando... por siempre.


Son esos instantes que no necesariamente involucran a la trucha mas grande, quizás es una más, en el registro de capturaspero, pasa a ser importante, por que hizo algo que nos lleno de adrenalina.Que nos hizo adictos.

No necesariamente la trucha sino, una tarde... el brillo del agua, las gotas sobre la línea, la lluvia sobre la cara, los pasa hilos congelados , el paisaje, en fin...la esencia... el alma del fly fishing. Todo eso que involucra lo técnico y lo poético fusionados. Enrredados entre pelos, plumas y líneas. Todo eso que ustedes bien saben ... hacen que un simple momento, se transforme en más que especial; en arte... en perfección.

Era una tarde de Febrero... sin duda en el lugar más hermoso de la Provincia de Mendoza, el valle que bien lleva su nombre... Valle Hermoso. Ubicado a 500km aproximadamente al sur oeste de la provincia, en el Departamento de Malargüe.

Ese día habíamos recorrido el Río Tordillo en casi toda su extensión y llegando la tarde seguimos la dirección del agua, para hacer los últimos intentos sobre el Río Grande Superior, dentro del valle Hermoso, como algunos llaman ...el fondo del valle. Las capturas se hicieron presentes durante todo el día y más aún durante la tarde. Aunque no superaban el kg, ya... era demasiado para nosotros. Estábamos satisfechos..., que más ... poder pasar un día en ese lugar entre viejos compañeros de pesca y mis mas grandes amigos... mi Padre ...mi hermano y Luis Peña, nuestro amigo.

No sabíamos por esos días que se volverían escazas las salidas en el futuro, por problemas de tiempo, y económicos. Pero si puedo asegurar que lo que hicimos, lo disfrutamos y que de vez en cuando volvemos a revivir esos tiempos añorados.

Las últimas horas de sol, parado a las orillas del Río Grande, frente a una larga corredera, en el extremo de mi tippet una mosca mendocina, la Bichon Fly, atada en anzuelo N° 8 cola verde oliva y naranja, cuerpo beige, shelbak de chenille verde, y legs en color blanco.

Un primer tiro me lleva a clavar una marrón más, un ejemplar que no superaba los 800gr. La captura y luego la devolución. Pero... algo presentían mis sentidos... el lugar era perfecto. Un nuevo lance aguas abajo. Pimero una corta deriva, después a recoger mi desprolijo streamer, en tirones cortos con leve pausa. Fueron pocos, cuando una nueva trucha toma mi mosca y me sorprende. Camino por la ribera sin ver al animal que tiraba más que con fuerza. Mi caña numero 8...mi primer caña, se arqueaba sin límites.
Después de caminar un largo tramo de río, la logro traer a unos pocos metros de la orilla. Corría el tiempo, y seguía sin ver al ejemplar. Fue entonces, que en un salto sorprendente se arquea a unos 50 cm del agua, mostrando todo el color y el brillo que caracterizan a las marrones. El grito de exclamación de los que me acompañaban... la imagen que se grababa en mi mente para siempre, cuando finalmente la logro manejar y la saco de su hábitat.
La observo y admiro su belleza, su tamaño, sin dudas hasta el momento... era la trucha más grande que había capturado.
Recuerdo que deje de pescar para acostarme sobre el suelo a mirar el cielo, las nubes, la cima de las montañas. Deje de pescar por completo. Un simple momento se transformo en especial, en ese arte... en esa perfección. Y puedo asegurarles algo, no tengo la menor duda, que es ese el día que mejor recuerdo... de mis 14 años. END

Autor: Sebastian Pagano
Fotografía: Sebastian Pagano /Jorge Aguilar Rech
Edición: Jorge Aguilar Rech

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